El manejo al final de la vida productiva de las hembras reproductoras en porcicultura
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El manejo al final de la vida productiva de las hembras reproductoras en porcicultura

La vida productiva de las cerdas depende de su calidad genética, la alimentación y los cuidados que hayan tenido en sus etapas
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La industria porcina colombiana ha alcanzado altos estándares de productividad gracias a la gran calidad del hato, a las buenas prácticas y a la tecnificación de sus procesos.

Si bien algunas etapas de la vida de hembras y machos parecieran menos importantes, lo cierto es que todas son fundamentales para la obtención de óptimos resultados económicos de las granjas.

En el caso de las hembras reproductoras, el descarte es fundamental para garantizar la alta productividad y evitar costos innecesarios.

Tras una vida útil en materia de reproducción, una vez descartadas las hembras por un concepto veterinario experto, las cerdas son enviadas directamente al sacrificio. En Colombia no se consideran más alternativas diferentes como la ceba para que ganen peso o la utilización en otros proyectos productivos, así sean entables pequeños o familiares.

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La cría de ganado porcino es un negocio y si la hembra de cría no es productiva, hay que descartarla. Por eso no se contemplan otras opciones”, explicó Freddy Velásquez, socio y fundador de Porcicultores APA.

La vida productiva de las cerdas depende de su calidad genética, de la alimentación y los cuidados que hayan tenido en sus etapas de crecimiento y en la salud reproductora y física en su etapa de madurez.

Una cerda de una granja de producción se descarta tras seis u ocho partos que pueden producirse entre dos y tres años o cuando se toma la decisión de su descarte por baja productividad o por algún problema físico o por enfermedad”, afirmó Sebastián Montoya, experto en porcicultura.

LOS CONTRASTES

  • Sebastián MontoyaExperto en porcicultura

    “Las principales causas de descarte en las granjas del país son los problemas locomotores y algunos relacionados a la estructura ósea”.

Tras el descarte no hay alternativas. Por costos y liberación de espacio, las ejemplares hembras que ya no se cubrirán son enviadas rápidamente a las plantas de beneficio.

“Las cerdas se despachan para el matadero y se vende en carnicerías como carne de segunda, porque la calidad no es la misma que la de un cerdo que se ha criado con el único objetivo de aprovechar su carne. No se dejan en la granja, ni se tiene ningún plan de alimentación especial para ganar peso antes de su sacrificio”, explicó Montoya.

Factores como la edad, la merma en su productividad de lechones, baja producción de leche o problemas físicos o de salud, son los que determinan el descarte de un ejemplar.

Una cerda de buena calidad tiene camadas de entre 14 y 16 lechones por parto. Cuando ese número empieza a bajar o hay problemas para que quede preñada o cuando durante la etapa de lactancia no produce buena cantidad o calidad de leche, ya es el momento de evaluar si se debe descartar.

“Las cerdas no son productivas principalmente por la edad, por problemas reproductivos o baja producción y un tercer aspecto son las lesiones o enfermedades”, puntualizó Freddy Velásquez, de Porcicultores APA.

La importancia de los registros en la granja

La adquisición o preparación de nuevas cerdas reproductoras tienen un impacto económico en la granja. Por ese motivo, el descarte de las hembras debe ser un proceso técnico que incluya registros de tasa de descarte y de reposición anual, causas de descarte, registros reproductivos y la inspección del aparato genital tras su muerte en la planta de beneficio.

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