“Cuando realizas tus compras a alguna huerta, pagas calidad e impacto social”
Agricultura

“Cuando realizas tus compras a alguna huerta, pagas calidad e impacto social”

Botero ha diseñado un modelo que integra huertas urbanas, productores de cercanía y prácticas agroecológicas con la alta cocina
Cortesía
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En un momento en el que la agricultura urbana se consolida como un motor silencioso pero decisivo para la seguridad alimentaria de las ciudades, el trabajo de la ambientalista e investigadora María Alejandra Botero Galviz, líder de Impacto de Oda, se ha convertido en un referente de articulación entre gastronomía y pequeños productores.

Desde su rol, Botero ha diseñado un modelo que integra huertas urbanas, productores de cercanía y prácticas agroecológicas con la alta cocina, asegurando cadenas cortas, trazabilidad y comercio justo. Este esfuerzo fue recientemente reconocido con el galardón internacional Food Made Good, una distinción que destaca proyectos gastronómicos con impacto real en sus comunidades, y de paso, sirvió de base para recibir el Sustainable Restaurant Award 2025, codiciado galardón de Latin America’s 50 Best Restaurants.

Su labor no solo fortalece a cientos de familias productoras en Bogotá y en zonas rurales, sino que también redefine cómo se entienden los ingredientes en la mesa contemporánea: productos que no son solo insumos, sino historias, territorios y relaciones construidas a largo plazo. Oda ha logrado convertir esta visión en un modelo operativo que integra educación, compras planificadas, acompañamiento técnico y estrategias de visibilización para consolidar un ecosistema donde la gastronomía impulsa el desarrollo agrícola urbano.

Alejandra Botero Galviz

 

Su programa se basa en la compra de productos de huertas ¿cómo funciona la cadena del negocio?

Es una cadena principalmente corta, trazable y de comercio justo, donde buscamos reducir intermediarios y fortalecer directamente a productores, huertas urbanas y proyectos agrícolas de cercanía. El proceso funciona en tres fases. Primero, la identificación y selección de huertas bajo criterios de agricultura regenerativa, prácticas responsables y uso de semillas limpias, entre otros. Luego, realizamos acompañamiento técnico y planeación de productos, generando canales de comunicación y venta directos. Finalmente, hacemos compras sin intermediación y a precio justo, asegurando que el valor pagado permanezca en manos del productor.

¿Qué tan fuerte es Bogotá en desarrollo de huertas?

Bogotá es una de las ciudades más activas de América Latina en agricultura urbana. Según cifras del Jardín Botánico, cuenta con más de 20.000 huertas entre comunitarias, escolares y familiares, distribuidas en todas las localidades. Esto demuestra un avance importante en soberanía alimentaria, educación ambiental, economía circular y tejido social.

Aun así, sigue siendo un programa poco conocido, pues la mayoría de estas huertas no tiene canales estables de comercialización, operan a muy pequeña escala y venden de manera ocasional. Por eso es clave la articulación con sectores como la gastronomía y con iniciativas como el clúster de Agricultura Urbana, al que estamos vinculados desde Oda hace más de un año. Podemos desempeñar un rol fundamental para conectar la producción urbana con el mercado, garantizar compras y visibilizar el trabajo de cientos de familias que cultivan en la ciudad.

Comprar en un supermercado puede ser más económico ¿por qué arriesgar rentabilidad comprando a huerteros?

Para nosotros, este trabajo es una inversión en un modelo que genera valor a largo plazo. Cuando compras a una huerta pagas calidad, impacto social y trazabilidad. Esos beneficios son tangibles: recibimos ingredientes más frescos, que pasan del suelo a nuestro restaurante en menos de 24 horas; reducimos impacto en transporte; movemos la economía local; y construimos relaciones directas con quienes producen.

¿Cómo explicar que recibir un producto de la huerta a su plato es un valor agregado?

Lo hacemos de distintas maneras, desde nuestros canales digitales hasta nuestro equipo en sala, que está capacitado para transmitir ese valor. Entendemos que un producto de huerta o de un proveedor de cercanía no es solo un ingrediente: es una historia completa. También reconocemos que la industria tiene una responsabilidad educativa, así que cada punto de contacto (menú, glosarios, blog, material informativo) busca comunicar no solo nuestros procesos, sino los de nuestros proveedores y la cadena que hay detrás.

¿Qué tan difícil es para los huerteros comercializar sus productos en las ciudades?

Lo que hemos escuchado de los huerteros con los que trabajamos es que la comercialización es muy retadora. No tienen canales de venta estables, la mayoría participa en ferias ocasionales y aún no existe una logística consolidada para agricultura urbana. Además, percibimos dos desafíos adicionales: baja visibilidad, pues pocas personas conocen la cantidad y diversidad de huertas en Bogotá; y falta de educación sobre precios justos, lo que dificulta la negociación y valoración de productos cultivados bajo prácticas agroecológicas.

¿Cuáles son los principales retos de trabajar con huertas urbanas? ¿Esto podría llevar a suspender compras?

Los retos existen, pero para nosotros son oportunidades para fortalecer a nuestra red de huertas y a los pequeños productores. Enfrentamos desafíos como volúmenes pequeños y logística de entrega. No hemos considerado suspender compras, porque entendemos que es un proyecto que estamos cocreando y que generará valor a largo plazo. Cuando surgen dificultades, trabajamos en acompañamiento técnico, alianzas con el Jardín Botánico de Bogotá, capacitación y acuerdos para compras planificadas. No vemos a las huertas como simples proveedores: son aliados y parte del ADN.

¿Cuántas familias impactó su programa en 2025 y qué metas tienen para 2026?

En 2025 impactamos directamente a más de 400 familias entre productores rurales, huerteros urbanos, pequeños agricultores y emprendedores. Además, logramos que 75% de nuestros proveedores fueran micro y pequeños productores, un aumento de 10 puntos porcentuales frente al año anterior.

Para 2026 queremos integrar nuevas huertas y proyectos productivos, incluidos proyectos de hongos, ampliando la red actual. También planeamos implementar nuestro sello Oda, una plataforma para identificar proveedores con prácticas ejemplares.

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