Senderismo ecuestre, recorriendo los viejos caminos de herradura en las montañas
Cada vez más las experiencias rurales ganan terreno entre los públicos que buscan alternativas de turismo. Estar en lejanías de la urbanidad y en una sinergia absoluta junto a la naturaleza es gran parte de la motivación de llegar a los lugares más escondidos del mundo. No hace falta salir del país para tener este tipo de encuentros, y, por su biodiversidad, Colombia es un paraíso para recorrer caminos a lomo de mula o en caballos.
Aunque para las personas que habitan estas zonas rurales el senderismo ecuestre es parte de la cotidianidad, algunos decidieron brindar estas experiencias para las personas provenientes de los cascos urbanos.
Yoly Orozco, una docente con licenciatura en ciencia naturales y educación ambiental, y emprendedora de turismo rural campesino, tiene una propuesta de recorridos a caballos en el oriente antioqueño, en el Cañón del río Melcocho, de la vereda de El Porvenir del Carmen de Viboral.
“Al ser mujer rural he tenido siempre la posibilidad de estar en constante relación con los caballos, y ellos se han convertido en ese amigo y compañero vital en la vida, y como en todos esos recorridos y de ir por el monte en ellos a distintos lugares, empecé a reconocer ese potencial tan lindo que hay”, explicó.
Según Orozco, cada recorrido es muy distinto. No tiene nada que ver uno con el otro, así las características sean muy similares.
“En cada recorrido la protagonista es el agua. Uno por cada camino tiene sensaciones distintas de acuerdo a lo que ha surgido en los territorios y travesías. Son espacios ancestrales que han estado durante mucho tiempo y han conectado distintos lugares y en donde sucedieron muchas historias”, agregó.
Luis Felipe Gómez Isaza, médico del Instituto de Ciencias de la Salud (CES), empresario, científico, caballista, quien fue profesor y jefe del departamento de medicina interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, dijo que “los caminos que tiene Colombia son absolutamente de locura. Visité comunidades aisladas, y ellas agradecen que uno vaya allá, comparta con ellos, le dan a uno un sancocho, no son tan costosos y genera mucho placer y felicidad, y ahí están las mulas y el caballo”.
Los costos no son fijos, pues existen muchas variables que determinan el valor de la experiencia, como la cantidad de días, el camino que se escoja, si cuentan con caballos aptos para las actividades o si montarán los mulares que ofrecen los guías, entre otros.
“Los recorridos son de acuerdo a lo que la gente quiera y del nivel que tenga en el acercamiento a los caballos. Hay personas acostumbradas a montar muchos días, y uno sugiere ciertos caminos. Hay otros que tienen afinidad con algunos municipios, entonces se hace como ellos pidan”, agregó Orozco.
En el caso de este emprendimiento rural, los caminos conectan con diferentes municipios de Antioquia como San Francisco, Cocorná, La Unión, Sonsón y Argelia. “Normalmente nuestros recorridos son dentro de esta región y pueden variar mucho de acuerdo al tiempo”, concluyó Orozco.
Desde hace diez años, Yoly Orozco, una docente y mujer rural, decidió abrir las puertas de su casa, ubicada en el Cañón del río Melcocho, cerca a Carmen de Viboral, en Antioquia, para realizar actividades turísticas, entre las que se encuentra el senderismo ecuestre.
¿Quién trabaja con usted y por qué nace la idea?
En algún momento surge esa idea del ejercicio que es tan cotidiano, cómo poderlo ofrecer a quienes aman hacer este tipo de actividades. También cambiar un poco lo que se ha dicho sobre las cabalgatas, que a veces me cuestiono un montón, porque así este relacionada siempre con estos transportes mulares, que ha permitido que podamos habitar estos territorios, he sido muy consciente del trato que se debe dar.
Entonces poder conectar con personas que quieran hacer este ejercicio de una manera más consciente y responsable, ha sido una forma de decir que es un emprendimiento distinto.
¿Con quién hace los recorridos?
Con personas de mi familia y en cada travesía hemos conectado con amigos y conocidos. Siempre se hace con un grupo de personas muy cercanas y confiables.
La gente se siente muy tranquila porque se da cuenta que todos somos familia, amigos y porque para ir a internarse en el monte a un lugar desconocido debe de ser confiable y eso nos da la capacidad de confianza para las personas que hacen los recorridos con nosotros.
¿Hay personas que llevan sus caballos?
Normalmente lo que uno les recomienda a las personas es que, si tienen sus caballos, que sean acostumbrados a andar por trocha. Hay gente que los tiene muy entrenados, hay mulas que se ponen al nivel de las nuestras y se han adaptado a estos lugares.
Hay otros que llevan sus mulas y les dan su entrenamiento constante, que van bien, tranquilas, no se van a cansar, que es lo que no quisiéramos que suceda. Y la gente que lleva sus caballos ya sabe del tema, organizan el transporte hasta donde los recogemos, nosotros montamos la logística de alimentación de caballos y de las personas.
¿Con cuántos mulares cuentan?
Nosotros estamos en una región donde la gente utiliza los caballos para su cotidianidad, son los mismos que ponemos para las personas que viajan. Uno siempre puede contar con 15 o 20 animales en buen estado. Cuando son recorridos de tres o cuatro días lo limitamos a máximo ocho personas.