Mastitis y pododermatitis, entre las enfermedades que más afectan a los caprinos
La población caprina en Colombia, de acuerdo con el censo pecuario nacional del ICA, llega a 1,1 millones de ejemplares, una cifra 3,16% menor que la población de 2024. En este sentido, la mayoría (74,34%) son hembras; gran parte del total se encuentra en La Guajira (62,91%), mientras que Cesar, Boyacá, Santander y Magdalena tienen concentraciones menores a 5%. Estos, en grupo, acumulan 71,67% de los caprinos del país. En este panorama, aunque la población es pequeña, es necesario reconocer que se enfrentan a enfermedades como pasteurella, mastitis, enterotoxemias y pododermatitis.
La primera de estas, la pasteurella, se refiere a infecciones en las vías respiratorias que, según una investigación publicada en BMC, tiene una prevalencia general de 31,4% en cabras. Entonces, los síntomas que los animales suelen presentar son la fiebre, tos húmeda y dolorosa, dificultad para respirar, mucosidad en la nariz y ojos, pérdida de apetito y cansancio. Puede llegar a causar la muerte de sus caprinos; por tanto, de percibir alguno de sus síntomas, se sugiere realizar una evaluación clínica, un lavado transtraqueal o broncoalveolar y una necropsia macroscópica.
Por su parte, la mastitis es una de las situaciones que con más frecuencia afecta a los caprinos y que, de acuerdo con College of Veterinary Medicine, consiste en la inflamación de sus glándulas mamarias causada por estrés o una lesión física. Por lo general, se presenta después del parto y causa la inflamación y aumento de temperatura en la ubre, que puede llegar a doler al tocarse. Los ejemplares enfermos pueden presentar fiebre, pérdida del apetito y posible cojera. En estos casos se recomienda separar al animal infectado del rebaño y tratarlo con antibiótico.
Las enterotoxemias, según Texas A&M Veterinary Medical Diagnostic Laboratory, suelen presentarse en animales con menos de un año. La bacteria que las causa es Clostridium perfringens, que en su tipo C afecta a corderos o cabritos de máximo tres semanas, mientras que en su tipo D a animales mayores. Entre los indicios de esta enfermedad están el dolor abdominal, diarrea, depresión, signos neurológicos e incluso la muerte. Aunque existen tratamientos, la prevención es más oportuna, pues se hace necesaria la vacunación contra Clostridium perfringens tipos C y D.
Por último, la pododermatitis suele ser la causante de la cojera y es contagiosa, por lo cual, si uno de sus animales la presenta puede impactar una parte importante de su rebaño. Inicialmente, tiene un efecto negativo en las estructuras blandas, produciendo un olor a podrido. Su desarrollo puede ser autolimitante o de evolución aguda, que implica una evolución rápida de la enfermedad y la aparición de dolor. Su tratamiento incluye la limpieza de los cascos, aislamiento de los animales infectados y recorte de pezuñas.