Que haya menos árboles en Valledupar ha reducido gravemente la variedad de aves
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Que haya menos árboles en Valledupar ha reducido gravemente la variedad de aves

Expertos dicen que urge impulsar la siembra de distintos árboles nativos y conservar zonas como los cerros tutelares y los bosques de galería del río Guatapurí
Unal
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Aunque el sirirí, el bichofué, la maría mulata y el periquito bronceado son las especies de aves más abundantes en la capital de Cesar, la creciente urbanización ha generado que la vegetación de la que se alimentan estas aves se haya vuelto muy homogénea, lo que estaría disminuyendo la diversidad de estas comunidades y las funciones que desempeñan.

Expertos dicen que urge impulsar la siembra de distintos árboles nativos y conservar zonas como los cerros tutelares y los bosques de galería del río Guatapurí.

Mirlos, colibríes, azulejos y otros pájaros se encargan de dispersar las semillas, es decir, de la polinización que garantiza la reproducción de algunas plantas, el control de insectos plaga e incluso de la materia vegetal en descomposición, evitando así la proliferación de enfermedades.

“La urbanización limita todos estos servicios, y esto lo podemos cuantificar mediante los índices de diversidad funcional, que son como gráficas tridimensionales”, dicen desde la investigación de la Universidad Nacional.

Para la investigación, se evaluó el gradiente de urbanización, que clasifica el impacto humano de 0 a 100 –nulo y grado más alto– teniendo en cuenta variables como el aumento en la densidad poblacional, la distancia de las vías, los tipos de usos de la tierra y las especies de plantas, entre otras, y así encontró que la ciudad no tiene niveles inferiores a 65, lo que la hace una zona altamente urbanizada.

“Además determinamos 15 puntos en toda la ciudad, cada uno de 1,76 hectáreas y separados por una distancia superior a los 200 m, para identificar la estructura de la vegetación y caracterizarla junto con las aves que rondaban por allí, trabajo adelantado con estudiantes de pregrado y otros profesionales”, precisa.

Medir el cuerpo de las aves, sus alas, picos, patas para saber su hábitat

Después de identificar los pájaros, entre los que abundaron el sirirí, el bichofué, la maría mulata y el periquito bronceado, se compararon algunas de sus características físicas, como por ejemplo la forma y el tamaño de sus picos, alas, tarsos o patas, etc.

“Estas características nos dan información sobre su alimentación, si comen semillas o insectos, si se desplazan mucho o poco, y si tienen hábitos alimenticios aéreos o rastreros, y esto nos sirve para entender qué servicios está prestando el lugar”, explica el magíster.

Así, se encontró que las aves tenían rasgos muy parecidos entre sí, lo que significa que en la zona hay una redundancia funcional. “Los lugares en los que encontramos más diversidad fue en los menos urbanizados. Además, vimos que factores como la altura de los árboles y la cantidad de follaje tenían relación positiva con la biodiversidad entre las especies”, continúa el investigador.

Con respecto a la relación de las aves con la vegetación para alimentarse de frutos, el que mostró más frecuencia de interacciones fue el saltador ajicero, con 138 eventos, que representan 18,6% del total, seguido por el periquito bronceado, con 95 interacciones, es decir el 12,8 % de los interacciones.

Por otro lado, las planta que sostuvieron mayores interacciones fueron el higuerón y el matapalos con 128 eventos, es decir el 17,3% del total, seguidos del árbol palo rosa con 119 interacciones y el mango con 104.

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