"Gracias a las variedades resistentes a la roya, el país ahorra US$230 millones anuales"
Cuando los cafeteros se congregaron en 1927 para fundar la agremiación que hoy en día está ad portas de cumplir un centenario, tenían como premisa tomar decisiones con base en la ciencia y la tecnología. Desde ese año tuvieron diferentes granjas de experimentación en todo el territorio, pero fue hasta 1938 cuando decidieron unir la rama técnica en un centro de investigación: Cenicafé.
Álvaro Gaitán, director del Centro Nacional de Investigaciones del Café, habló sobre la importancia del desarrollo de tecnología e innovación, y de la transferencia de conocimiento al eslabón más importante del negocio, que es el caficultor.
¿Por qué es importante la investigación para los caficultores?
El café se ha ido quedando huérfano en términos de investigación en el mundo y eso ha pasado desde que se acabó el Pacto del Café en 1989. Realmente recurrir a fuentes de información sobre la parte agronómica se ha vuelto muy difícil y complicado.
Lo segundo es que la investigación en café siempre es a largo plazo, por lo que es un cultivo perenne, esperar financiación de un Gobierno para investigar en café es complicado. Por ejemplo, generar una nueva variedad tarda hasta 20 años. Es muy difícil que los Gobiernos tengan planes de investigación en esa escala de tiempo.
Para Colombia ha sido muy importante que los mismos caficultores sean quienes financian su propia investigación y que no dependen de otras partes del mundo, ellos recurren a lo que genera Cenicafé para avanzar con sus problemas en la agricultura.
¿Cuántos recursos administran cada año?
El presupuesto de Cenicafé que entregan los caficultores está por el orden de $23.000 millones.
¿Cuál es el rol del servicio de extensión?
Es una visión muy importante de la Federación, tanto la investigación como la extensión están bajo un mismo control que es la gerencia técnica de la FNC.
Fedecafe tiene una gerencia comercial, una administrativa, una de operaciones y una técnica, dentro de esa técnica está Cenicafé y el servicio de extensión, el principal cliente del centro de investigación es el servicio de extensión, y el de ellos es el caficultor.
Es una forma de trabajar y se denomina el método clásico de transferencia de tecnología, en el que se hace investigación científica y se transfiere a un equipo especializado en llevarla. Todo lo que se busca es que el caficultor haga un cambio técnico en su finca y vea la ganancia de lo que se investigó.
¿Cuáles son los mayores logros de los últimos años?
Colombia tiene un problema que a su vez no lo es: llueve mucho. Cuando se compara con otros países caficultores aquí hay precipitaciones casi todos los días. Eso es bueno porque en la distribución de esas lluvias producimos café fresco todo el año, pero también tenemos una amenaza constante como los hongos, en este caso la roya, o de insectos, como la broca.
Entonces ha sido muy importante generar variedades resistentes a la roya, porque hace que los caficultores no tengan pérdidas por efecto del hongo o gastar dinero en controlar la enfermedad. Si hoy los caficultores tuvieran que controlar roya como otros países de Centroamérica o Brasil, Colombia tendría que invertir hasta US$230 millones al año.
Compare con lo que se invierte en investigación, que son $23.000 millones. La investigación paga, no solo en la parte del bolsillo de los caficultores, sino en la ambiental porque son un millón de litros de fungicidas que ya no se deben aplicar. Eso es un aspecto muy saludable no solo para el medio ambiente sino los caficultores que no se deben exponer a productos químicos. Lo mismo para los consumidores, son muchos beneficios.
¿Por qué es importante la planeación científica en la caficultura?
Desde 1967, Colombia armó un plan de producir variedades resistentes a la roya del café, pese a que esa enfermedad llegó hasta 1983. Desde muchos años antes los caficultores trabajaron eso, aunque el hongo no estaba en América.
Lo mismo está pasando con otra enfermedad que es el mal de las cerezas del café, pero hasta ahora solo está en África. Pero las plantas que tenemos sembradas en Colombia tienen al menos un gen de resistencia al CBD. Es como prepararse con antelación a los problemas, pero eso se puede hacer porque los mismos caficultores son quienes ponen el dinero para hacer la investigación y nos dicen en lo que pueden controlar.
¿Por qué puede llegar el CBD estando tan lejos?
Hoy realmente es muy fácil tomar un avión y llegar a Tanzania y Kenia, entonces la posibilidad de moverse alrededor del mundo es un factor. Si la persona va esos países y se mete a un lote con esa enfermedad, todo eso incrementa el riesgo de que tengamos un brote de CBD en América.
Así llegó la roya, solo estaba en África y llegó a Brasil en 1970, en unas plantas que estaban contaminadas y se difundió por toda América hasta que llegó a Colombia en 1983. Lo importante es estar prevenidos.
¿En qué áreas está trabajando Cenicafé?
Cenicafé está muy enfocado en lo que está pasando en la finca, tiene doce disciplinas de investigación que cubren desde la producción de semilla, mejoramiento genético, el estudio de las plagas, enfermedades, nutrición del cafetal, protección de los suelos, la cosecha, la postcosecha del café, toda la parte climática de Colombia y su relación con la planta de café.
Por ejemplo, acabamos de salir de tres años de La Niña, y eso implicó conocer lo que estaba pasando, como afecta a los cafetales.
Salimos de La Niña y ahora viene El Niño, que será un tema que ojalá no sea complicado. Al final de cada uno de esos factores salen problemas y el trabajo de Cenicafé es resolverlo en la finca, luego viene otro tema como la comercialización, el almacenamiento, pero no es nuestro foco.