La mecanización de la cosecha de Incauca, un cambio en las reglas de su producción
La mecanización de la cosecha de caña, según Cenicaña, abarca 74% del área de cultivo, e Incauca es uno de los protagonistas en este factor. Su proceso inició en 2009, hace 16 años, y para 2023 logró que 100% de su cosecha en verde fuera mecanizada. Entonces, el uso de tecnologías en las plantaciones del ingenio y de los productores asociados ha tenido un impacto sobre los trabajadores, a nivel ambiental, sostenible y financiero.
De acuerdo con Mauricio Quevedo, director de Agronomía de Incauca, en este momento se enfocan en los modelos de toma de decisiones y big data, por lo que uno de los aspectos más prometedores es Incauca Var 1.0, una aplicación para computador, que permite “decidir qué variedad hay que sembrar en el campo. Con base en la información de las variedades y con simulaciones de inteligencia artificial, estamos seleccionando las variedades que vamos a sembrar”. Solo durante este año, esta herramienta ha sido vital para la siembra de 3.200 hectáreas.
Pero esto no significa que la aplicación tome toda la información que se le brinda y le diga al productor qué hacer. Por el contrario, ofrece opciones, datos y parámetros, con los que el tomador de decisiones, que puede ser un ingeniero agrónomo, vea lo que más le conviene. Esto en pro de los intereses y beneficios que espere, además del conocimiento de los cultivos, pues en ocasiones se hace necesario un cambio de variedad.
De la mano con la aplicación, Incauca ha trabajado en el desarrollo de algoritmos de predicción de productividad basados en IA, modelos de toma de decisiones enfocados en cuándo plantar y cuándo no, e incluso recomendaciones para hacerlo. A la vez, se maneja “un modelo de predicción de incendios para identificar cuáles son las suertes que son o si te contiene esta posibilidad de incendios durante el mes”.
En este sentido, la empresa también utiliza sistemas para la toma de decisiones sobre el riego, basado en la información de estaciones meteorológicas automatizadas y pluviómetros. Se implementa mapeo, análisis de suelos, texturas y taxonomías de contenidos nutricionales con sus propiedades físicas y químicas.
Adicionalmente, están las tecnologías que ya se llevan implementando un tiempo, entre estas el uso de drones para la aplicación de herbicidas, que ya representa el 80% de este proceso, disminuyendo la exposición de personas a un riesgo químico, y el uso de agua, pues “tú aplicas un volumen de agua de 10 a 20 L por hectárea, entonces hay una disminución del consumo de casi 500% de consumo de agua para aplicar los herbicidas”. Esto es guiado por satélites, por lo que se garantiza que en toda el área se esté “aplicando con el mismo volumen, a la misma velocidad, con el mismo espacio”.
El uso de abonos foliares también aporta al proceso productivo, ya que su totalidad se aplica con drones o avionetas, al igual que 50% de la aplicación de reguladores fisiológicos para mejorar la maduración. A su vez, se utiliza la fertilización variada, que “nosotros con un lote de 100 metros cuadrados estamos en la capacidad de determinar qué cantidad de fertilizante hay que ponerle. Ya no es como antes que todo un ingenio o toda una finca o todo un lote se fertilizaba igual, sino que ya estamos en un nivel de detalle de diez por diez metros”. También se realiza usando imágenes satelitales, muestreo de referencia de los suelos, análisis geoestatísticos, IA, big data y maquinaria guiada por satélites para poder garantizar esa aplicación de precisión en el terreno.
La unión de todos estos esfuerzos “nos ha permitido tener impacto sobre el personal, de manera benéfica, porque la siembra era una actividad muy dura, pues tú tienes que realizar el corte de la semilla manual de la caña. Entonces, es una actividad que es muy desgastante físicamente”. Pero el uso de tecnología no implica que los trabajadores queden desempleados, ya que cerca de 1.000 de los corteros de caña fueron capacitados y reubicados en nuevos oficios. Cada capacitación tiene tiempos diferentes, pues “para entrenar un cosechador, esto puede durar 6 meses o 1 año, pues es una labor muy especializada. Pero para manejar una tractomula es de una manera un poco más simple”.
Ahora cuenta con ‘Mujeres cosechando futuro’, que marca un punto de inflexión, pues el trabajo de maquinaria suele ser ejecutado por hombres y, a través de este proyecto, se han capacitado y certificado 28 mujeres, además de que se han contratado formalmente 16. Esto implica que la participación femenina en el campo pasó de 0% a 13%, y que los ingresos de estas mujeres aumentaron 170%. De acuerdo con Quevedo, “hoy están vinculadas como operarias de cosechadoras, operarias de tractor y de tractomula. Esto ha permitido que las mujeres ganen un espacio en el gremio, o en una actividad muy masculinizada”.
Con esto, la empresa ha dejado de emitir 300.000 toneladas de dióxido de carbono al año, además de reducir 15% el consumo de agua y 25% de fertilizantes químicos. Así se ha presentado un cambio significativo a nivel ambiental, pues “el hecho de cortar caña es muy complejo. Aparte de todo, el hecho de recoger la cosecha manual tiene un impacto ambiental grande. Porque las hojas de la caña son como cuchillos, entonces para que el trabajador pueda cortarlo, se incendiaba o se hacían quemas controladas”.
Todo sin olvidar el factor económico. Tienen 38 cosechadoras en operación, que pueden cosechar hasta 30 toneladas de caña por hora. De esta manera, se consigue un rendimiento 12% mayor, lo que equivale a 13 toneladas más de producción.