Los gatos colombianos destacan en competencias internacionales para ser los mejores
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Los gatos colombianos destacan en competencias internacionales para ser los mejores

Más de 15 gatos colombianos compitieron a nivel mundial y quedaron en el top 20 de sus respectivas categorías, de raza y criollos
German Ruiz Photo
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Los gatos colombianos, criollos y de raza, destacan en las competencias a nivel mundial de Loving Cats Worldwide (Lcww), una asociación dedicada a las exposiciones de gatos. Para cada periodo, se tienen exposiciones en todo el mundo, en las que se escogen a los mejores gatos de cada país en seis categorías, de las que cuatro se enfocan en gatos de raza: Kitten, en la que compiten gatos de cuatro a seis meses; Junior, para los que están entre seis y diez meses; Alter, para los gatos mayores de 10 meses que están castrados; Cat, para los no castrados y mayores de 10 meses. Las últimas dos categorías son para animales criollos, por tanto, también se tiene juzgamiento de House Hold Pet Kitten, en el que cada concursante debe tener entre cuatro y ocho meses; mientras en el juzgamiento de House Hold Pet se evalúan a los mayores de 10 meses.

De acuerdo con Dora Castillo, juez Lcww y presidente de Hatari Cat Club, en cada país se hacen dos o tres eventos al año, en los que se escogen los primeros tres puestos de cada categoría y el ‘Mejor gato’ de la fecha. Luego, estos ganadores entran a la competencia con gatos de todo el mundo de dos maneras: “Una es por los títulos, Champion, Doble Grand Champion, Triple; y la otra es como un ranking anual que tenemos, en donde decidimos cuáles son los 20 gatos mejores de cada una de las categorías”.

Solo durante la temporada 2023/2024, más de 15 gatos colombianos compitieron en el ranking, ganando cinco puestos en Kitten, dos en Junior, tres en Alter, cuatro en House Hold Pet Kitten y tres en House Hold Pet. Entre estos, además de los gatos criollos, destacaron animales de raza Ragdoll, Persian, British Shorthair, Exotic Shorthair, Sphynx, Bengal y Siberian. Pero esto no acaba al ganar un título o quedar entre los mejores, pues “el premio es a honor” y los ganadores pueden seguir compitiendo; de hecho, el último evento en el país se llevó a cabo durante el fin de semana de Expopet, en el que se juzgaron 111 gatos.

Para Steven Meserve, fundador de Lcww, estos shows se realizan con el propósito de demostrar que “cada gato es importante y cada gato merece ser mostrado y amado”. En este sentido, Dora afirma que “en Colombia estamos evolucionando, porque estamos buscando tener un mejor mundo para nuestros gatos”.

Así, los shows se desarrollan con cuatro o cinco jueces internacionales que evalúan el balance de cada animal y la cercanía al ‘gato ideal’ en cada especie. En palabras de Steven, “lo que hacemos al evaluar una raza específica es ver qué tan cerca está de los 100 puntos. Se otorgan puntos según el tamaño de los ojos y las orejas, y evaluamos a todos los persas. Luego, elegimos al mejor. Y luego pasamos al siguiente gato. Cada raza tiene un sistema de puntos”.

Además, los jueces tienen dos maneras de evaluar que, por lo general, se hacen en dos días diferentes. La primera es la ‘Specialty’, que separa a los animales por categorías, es decir, por pelo largo (maine coon, birmano, ragdoll y persa) y pelo corto (bengalés, abisinios y esfinge); mientras que en la segunda, ‘All breed', se evalúan todos en conjunto.

Sin embargo, evaluarlos en conjunto no quiere decir que todos se califiquen de la misma manera, pues se tiene un gato ideal para cada raza. En este sentido, Dora sostiene que en cada caso se describe morfológicamente el gato ideal, abordando características de la cabeza, el cuerpo y el pelaje. “Empezamos a describir la cabeza, cómo deben ser las orejas, cómo deberían ser los ojos, cómo debería ser la nariz, cómo debería ser la forma de la cabeza y la forma de la cuña”. Un persa, por ejemplo, debería tener ojos redondos, cabeza redonda y orejas pequeñas o medianas.

Esto seguido por el cuerpo, que puede ser cobby (corto), semi cobby (mediano) o large (largo), además de poderse clasificar como tubular o cuadrado. A esto le sigue la evaluación de su pelaje, pues además de ser largo o corto, hay razas que piden que sea denso o muy fino. Así, Steven afirma que “no estamos haciendo marcas ni matemáticas, pero sí estamos viendo cuál se acerca más al estándar”.

En este sentido, cada raza tiene una ponderación diferente, pues en razas como la Maine Coon los puntos del color son menores que los de un Russian Blue, y en razas como la persa se permiten cruces. Así, Dora afirma que cada juez se enfrenta a “¿Qué tanto ese gato se acerca al estándar de belleza del gato que yo tengo en mi cabeza? Y ahí es donde empieza un tema de ponderar y empiezas a comparar entre razas, qué tanto se parece uno con el otro, pero finalmente es un tema de justicia, es un tema de ponderar cuando buscas”.

Pero estos eventos no se centran solo en la competencia o en figurar como un país destacado en sus razas, a pesar de que en los últimos años se han tenido gatos latinoamericanos, especialmente de Colombia, entre los mejores del mundo. Tienen un trasfondo mucho mayor, que Castillo resume en “divertirnos y llevar conocimiento a la gente”.

Esto sin sacrificar el bienestar de los gatos, pues uno de los puntos fundamentales de las jornadas es entender si el animal está viviendo en un entorno adecuado, en el que se le cubran todas las necesidades y tenga el espacio para cazar, trepar y todos los comportamientos que destacan de un felino. En este sentido, la labor de los jueces es fundamental, pues “sentimos los gatos, nosotros estamos sintiendo la energía del gato en casa. Así es para nosotros fácil entender en qué hábitat se encuentra”, lo que va de la mano con el respeto a los límites de cada ejemplar, pues si bien un gato puede ser muy manso y permitir que lo evalúen con libertad, otro puede manifestar hasta donde quiere ser tocado o exhibido.

Además, se hace un llamado a la tenencia responsable en la que se les brinden las libertades necesarias y se cubran todas sus necesidades, abordando las afectivas, alimenticias y demás. Ella afirma que es necesario cambiar la idea de que lo apropiado solo es adoptar, ya que “lo que tenemos que mirar es dónde adoptar. ¿Dónde está la fundación adecuada para tener un gato que ha tenido una situación de calle, una situación de inmunodepresión o una situación difícil? En los gatos es muy difícil que se vuelva a recobrar la confianza. Hay que resocializarlo para que pueda ir a un hogar y no sufrir un segundo abandono”.

En este sentido, también es necesaria la investigación y conciencia a la hora de adquirir un gato de raza, pues no todos son iguales ni en carácter ni en personalidad ni en su fenotipo. Por eso, también es fundamental tener en cuenta los cuidados que cada raza tiene, ya que un gato de raza Bengala “aún tiene genes salvajes, maúlla mucho y necesita de mucho ejercicio porque necesita mucha actividad”, mientras que uno de raza Esfinge “aparentemente no tiene pelo, pero tiene que usar bloqueador e hidratar la piel del gato porque es una mutación genética, no es algo que el humano haya hecho. Es una mutación genética que se ha conservado, pero que requiere unos cuidados especiales”.

Al final, más allá de si es un gato criollo o de raza, es importante saber de dónde viene, si “proviene de un vendegato o proviene de un criador, si proviene de comprarlo en un pet shop, que no es el lugar donde uno debería tener un bebé, o de un criador, porque la labor de un criador es tener una raza, preservar la raza y cuidarla”.

Castillo también afirmó que “en Colombia tenemos fundaciones que se lucran de los animalitos. Tenemos mal llamados criadores que se lucran de los animalitos, como también tenemos fundaciones que lo hacen bien, como también tenemos criadores que lo hacen bien. Entonces, lo que tenemos que hacer es tener regulaciones, ¿cierto? Y no estigmatizar, sino ir e indagar a esa persona”.

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