Prácticas que de ser permanentes evitarían infectar a su hato de neosporosis bovina
Aplicar un programa de desparasitación y vacunación, y evitar la disminución de las defensas son algunas de las buenas prácticas ganaderas que ayudarían a combatir la neosporosis, enfermedad infecciosa que es la principal causa de aborto y fallos reproductivos en las vacas.
La vaca es el hospedador intermediario del parásito Neospora caninum, el cual afecta cerebro, corazón, hígado, riñones y pulmones. Además, en estado de preñez afecta gravemente el sistema nervioso y la placenta, desencadenando el aborto o el nacimiento de terneros clínicamente sanos pero con la infección latente.
Dicha afección, que se transmite por contacto con agua o pastos contaminados con heces, especialmente de los perros –que lo tienen en su sistema digestivo–, puede traer grandes pérdidas económicas en la finca.
Susana Moreno Chaparro, magíster en Ciencias – Microbiología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se dio a la tarea de realizar la caracterización morfológica y molecular de aislamientos de Neospora caninum de fetos bovinos abortados en fincas de Cundinamarca y Cesar.
Ella explica que en Colombia son escasos los estudios en los que se haya aislado y caracterizado morfológica y biológicamente al parásito. En ese sentido, el aporte que hace con su investigación es proporcionar una trazabilidad sobre los factores que influyen en el comportamiento del microorganismo, para que “los productores y ganaderos tengan claro que es importante hacer un diagnóstico oportuno de la finca”.
También destaca que aunque la neosporosis bovina no es la única enfermedad infecciosa que provoca abortos, las demás enfermedades con sintomatología similar ya cuentan con vacunas. Por eso los productores deben identificar oportunamente los síntomas para diseñar las acciones y estrategias que les permita contrarrestar sus efectos en el hato ganadero.
Cerebro de los fetos, entre los órganos más afectados
Para el estudio se tuvieron en cuenta los antecedentes y la sintomatología de la vaca que abortó y el número de partos, entre otros factores, y además se tomaron datos como la fecha en que se presentó el aborto, la edad del feto abortado, la presencia de retención placentaria y la vacunación.
Con respecto al aislamiento de N. canium, se evaluaron seis fetos abortados, además de tejidos de dos terneros fallecidos días después de nacer, de una vaca adulta y de una placenta.
En los resultados de la necropsia y del análisis de los tejidos (histopatología) se evidenció hemorragia, congestión y procesos autolíticos –por el cual una célula se autodestruye–, siendo el cerebro el órgano más afectado. De igual manera, en las muestras de tejido cerebral se observaron quistes.
La presencia de N. caninum en todos los cerebros de los fetos abortados se confirmó mediante dos técnicas: la inmunohistoquímica, que consiste en teñir la biopsia con anticuerpos y averiguar si en las células existen o no determinadas proteínas, y la inmunocitoquímica, utilizada para localizar moléculas en los tejidos mediante el empleo de anticuerpos.
“Teniendo en cuenta que una de las formas de infección es de la hembra al feto o cría (vertical), identificamos que los terneros que no son abortados empezaron a desarrollar problemas neurológicos, convulsiones, no se ponían en pie y murieron”, comenta la magíster.
En los casos de abortos, la madre, intentando defenderse del parásito, produce una necrosis de la placenta que ocasiona la pérdida del feto.
En ese sentido, la manifestación de la enfermedad se puede evitar aplicando buenas medidas de saneamiento, de prácticas ganaderas y de bienestar animal para evitar que la vaca se inmunosuprima, es decir que su sistema de defensas disminuya.
Aunque es probable que el parásito esté presente, si hay un buen sistema inmune la enfermedad no se va a manifestar o a afectar la vida y la producción de la finca.
Los resultados contribuyen en la creación e implementación de medidas de prevención, control de la neosporosis bovina, y también en la creación de protocolos de envío y remisión de fetos abortados, tejidos de terneros o animales adultos y de suero.
Estas estrategias buscan disminuir los riesgos de aborto u otras complicaciones reproductivas, contribuyendo a mejorar la salud de los animales, disminuir las muertes por pérdidas durante o después de la preñez, aumentar la producción de leche y carne, y reducir gastos y pérdidas económicas.