¿Por qué es clave utilizar el peso como indicador para la reproducción del ganado?
Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), liderada por el profesor Jesús Alfredo Berdugo Gutiérrez, demostró por qué es clave usar el peso de las vacas como un indicador imprescindible durante la reproducción del ganado bovino, aspecto clave para mantener la rentabilidad del negocio y tener entre uno y dos novillos al año.
Para la investigación se usaron hembras de raza brahman, un linaje que llegó hace más de 150 años al mercado local y que es usado en ganadería de carne, especialmente por su adaptación al trópico, el tamaño que adquieren en su adultez y su umbral para soportar altas temperaturas y plagas del entorno.
El estudio usó a 40 hembras brahman y demostró que, si el peso de la vaca es inferior a 300 kilos o superior a 500 kilos, altera la capacidad reproductiva del animal.
Esta variable es clave para la reproducción, pues la proteína que se obtiene de los ejemplares sale del proceso que va entre el destete y los tres años, cuando el ternero se convierte en novillo.
Para las hembras que fueron parte del estudio se buscó que las novillas tuvieran a los 24 meses 60% de su peso que, para esa etapa, debería estar en 300 kilos, factor clave para que llegue a la pubertad, cuando inicia su ciclo reproductivo.
El profeso Berdugo explicó que, en las vacas, el celo se presenta cada 21 días y la gestación dura nueve meses, pero, “en las condiciones de las llanuras colombianas y sabanas inundables, la reproducción se puede alargar hasta dos años”.
“Aquellas vacas que quedan debajo del peso mínimo, por ejemplo 300 kilos, apagarán su ciclo reproductivo sin importar la edad que tengan”, dijo Berdugo.
Los investigadores de la Unal de las sedes Orinoquía y Medellín tomaron 20 hembras brahman oriundas de Cimitarra, Santander y 20 de Santafé, Antioquia.
Las agruparon por edad, en categorías de menores de 36 meses, de 36 a 60 meses, de 60 a 120 meses y mayores de 120 meses. También registraron la fecha y peso al nacimiento, destete y durante cada parto de la hembra.
En total, los investigadores registraron siete partos por vaca, y los datos arrojaron, en el primero, un peso de 44 kilos y, en el último, de 500 kilos. Entre cada parto las hembras tuvieron caídas y subidas hasta un nuevo parto, con fluctuaciones en el proceso.
Berdugo explicó que “los cambios en el peso se pueden afectar por la alimentación, las condiciones con las que se cría el animal y que además vuelvan a reproducirse. Lo que proponemos es que se tenga en cuenta el peso como un indicador de reproducción, porque no es algo común en la ganadería hacer un seguimiento mensual entre cada parto”.
Esto se relaciona directamente con la parte nutricional de la vaca, en especial, según explicaron, por la relación entre energía y proteína, que parte de la alimentación por pasturas y la suplementación con minerales.
Cuando se ve afectada la nutrición del animal, empiezan a haber oscilaciones entre las pérdidas de ganancias y peso, que afecta la producción y alteran el celo y la tasa de preñez.
“La recomendación que extendemos es no desestimar el peso de la vaca cada mes y el que tenga después de los partos, ni la edad del animal. Así se mejoraría la rentabilidad, porque este factor permitiría controlar el potencial reproductivo de la hembra y tener mejores parámetros”, indica.
Cabe resaltar que, en dicho estudio, participó el estudiante de ingeniería geológica de la Unal, sede Orinoquía, Javier Gelves Valencia, quien es beneficiario del programa especial de admisión y movilidad académica (Peama).