Las seis décadas de Asdesilla que retratan la pasión por el Caballo Criollo Colombiano
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Las seis décadas de Asdesilla que retratan la pasión por el Caballo Criollo Colombiano

La introducción sumerge al lector en la historia pura y real de lo que empezó siendo el Caballo Criollo Colombiano desde sus primeros descendientes, que, citando al libro, se hace referencia al “Hippidion”
Asdesilla
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“Las huellas no son lo que queda cuando algo ha desaparecido, también pueden ser las marcas de algo que está por revelarse”, y con esta cita de John Berger empieza el primer libro que caracteriza, en seis décadas, la historia de la crianza, mejoramiento y fomento del Caballo Criollo Colombiano, la raza equina autóctona del país.

‘Una historia de pasión por el Caballo Criollo Colombiano’ se titula el primer volumen que describe la narrativa de los 60 años de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos Colombianos, Asdesilla, en donde resume, en palabras de su propio director, Lucas Londoño, como con esa pasión se unen las personas, los gremios, las empresas y los amigos, para promover esa crianza de ese caballo a través de diferentes acontecimientos históricos que van desde construcciones de sedes, juntas de amigos, reuniones periódicas, agremiarse, hasta hacer con el mayor esfuerzo eventos de la mayor calidad.

“Hay una narrativa no solo de la Asociación, sino también de un impacto en el gremio de la crianza del CCC de silla, que es nuestra razón de ser, de silla para montar”, comenta el directivo de la Asociación.

Es un libro que muestra el impacto de una asociación de mucha tradición, trayectoria, y cómo interviene al mejoramiento y la permanencia del caballo y como a través de crónicas, como ha influenciado a la raza del caballo criollo colombiano.

La introducción sumerge al lector en la historia pura y real de lo que empezó siendo el Caballo Criollo Colombiano desde sus primeros descendientes, que, citando al libro, se hace referencia al “Hippidion”, un animal con el tamaño similar al de un burro que fue el primero en cabalgar las tierras de América del Sur. Desde allí, el libro desfila millares de crónicas que hacen referencia a las razas que llegaron al territorio más próximo de Colombia, contribuyendo a un genoma que terminó en la raza autóctona que, al hoy, ya es Patrimonio Genético Cultural.

Pero aquí Asdesilla cuenta con un gran protagonismo. El libro también describe el impacto en la crianza, mejoramiento y fomento de crianza del caballo criollo colombiano.

LOS CONTRASTES

  • Lucas LondoñoDirector de Asdesilla

    “Queremos profundizar en temas de la profesionalización de los eventos del caballo, en donde se busca ahondar más sobre el registro”.

“La crianza del Criollo Colombiano como una sola raza, y como la historia de una Asociación enmarcada en una pasión de la raza contribuye al fomento de la misma”, explica Lucas Londoño.

Entre ilustraciones vivas y recorridos históricos, se muestra desde 1959 las hazañas que lideró la Asociación que se inició con la decisión de un grupo de amigos antioqueños para la creación de un estamento que se dedicara al fomento de las actividades equinas en el departamento, lo que resultó, cuatro años después, en la firma del Acta de Fundación bajo el nombre de Asociación Antioqueña de Criadores de Caballos de Paso.

Aquí, ya el grupo de amigos se había compuesto por 36 socios fundadores, y dos socios honorarios.

Desde allí, pasó a ser todo un escenario de vivencias y pasiones complementadas por varios oficios. Por ejemplo, la afición por los caballos venía de la mano de los ganaderos, de los productores de panela y café, por lo que hay varias páginas dedicadas a cómo se trasladó el uso de la mula, a la admiración de un Caballo entre sus andares.

La razón de ser de Asdesilla, además, surgió de la unión por esa “pasión” que tanto reúne a los agremiados y caballistas, y de esa misma el libro dedica explícitamente la historia de cómo pasó a un segundo nivel: el 10 de octubre de 1969 acordaron la construcción de 12 pesebreras en la finca de la familia Posada Echeverri en la vía al cerro El Volador.

Aquí, en el libro cuentan que la historia de Asdesilla empezó a escribirse sobre un enclave caballista por excelencia que relacionaba a personas y contextos que se unían por un común denominador: la pasión que se vive por el Caballo Criollo Colombiano.

“Por allí se organizaba un paseo a caballo muy frecuente los sábados. El recorrido más común era salir por los alrededores del cerro y bajar hacia el centro por la calle Colombia. Otras veces se recorría la orilla del río hasta donde quedaba Postobón y llegábamos a un estadero, Siempre se hacía un sancocho antes de salir de la Pesebrera Nuevo Mundo”, dice Luis Fernando Duque Arango, quien asegura, además, que allí fue donde realmente se conformó Asdesilla.

Unas páginas más adelante, la narrativa llega a las primeras clases de chalanería en la finca de El Volador, en donde, entre cabalgatas entre amigos en medio de una ciudad aún ruralizada, en donde se gestaba, algunas veces sin saber, el espiritu familiar de la Asociación.

Después, la Asociación siguió galopando hasta llegar a reconocimientos nacionales, y se hace referencia a la entrega de una acta de gratitud al entonces presidente de Asdesilla en la década de los 70 por parte de Misael Pastrana. Y las 182 páginas de este primer volumen quedaron cortas, en donde desde la propia Asociación, se proyecta una segunda parte.

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