Las razones por las que las gallinas dejan de poner huevos sin ningún antecedente
La productividad de las gallinas ponedoras se puede interrumpir súbitamente o disminuir ostensiblemente, por varios factores que por fortuna están identificados y con estrategias de manejo que ayudan a disminuir el impacto en la producción.
Situaciones como la muda de plumaje, enfermedades, edad y varias posibilidades de estrés, son causas comunes para que las gallinas dejen de poder huevos de un momento a otro.
Quizás uno de los momentos más críticos y detectados de esa situación es la muda de plumas que sucede cada determinado tiempo en las aves y que les impide la creación de huevos, ya que ambas funciones no son compatibles. O las gallinas producen sus nuevas plumas o producen huevos, no pueden hacer ambas a la vez.
Durante ese período de muda en gallinas ponedoras, que suele ser una vez al año, las aves merman su consumo de alimento y pierden peso corporal. Una vez terminada la muda, con base en una dieta especial de proteínas, ganan peso nuevamente, regeneran su funcionalidad de su aparato reproductor y vuelven a la producción de huevos.
Las enfermedades son otra gran causa de la baja producción de huevos en las ponedoras. Por ser altamente contagiosas, de muy rápida diseminación y afectación de órganos vitales, enfermedades como bronquitis infecciosa, cólera aviar, influenza aviar o peste aviar, encefalomielitis o marek, entre otra, suelen afectar de inmediato la producción.
La presencia de piojos o ácaros en los ejemplares del gallinero también afecta su ciclo de postura. Por eso es fundamental adelantarse a las épocas de proliferación y desinfectar los galpones y el entorno.
Enfermedades o problemas virales pueden afectar el normal funcionamiento del oviducto o cloaca. Esto retarda la producción de óvulos. Además, los tumores y los trastornos reproductivos son muy comunes en las gallinas ponedoras.
Quizás la tercera circunstancia que influye en la postura de huevos es la edad de las aves. Una gallina empieza a poner huevos entre los meses quinto y sexto y, de no haber inconvenientes, la producción se debe mantener estable hasta los 20 o 24 meses (dos años) cuando la producción empezará a disminuir.
La etapa de las 18 a las 35 semanas es una de las más importantes, dado que en este lapso es donde se define si la gallina será económicamente rentable.
Cuando la producción es del 70% de lo habitual o menos, es hora de descartar la gallina. Los requerimientos nutricionales de las ponedoras son extremos y cualquier merma en la calidad del alimento o desbalance de este, influirá en la producción de huevos. Agua en poca cantidad o calidad también es un factor determínate.
La iluminación es vital en la industria avícola de las ponedoras. La luz hace que la glándula pituitaria de la gallina produzca huevos. Para esto, se requiere en promedio entre 14 a 16 horas de luz para producir los huevos.
Es necesario hacer una identificación en el galpón
Hay un dicho entre los productores avícolas que dice “gallina asustada, gallina que no pone huevos”. Ruidos fuertes, rayos o truenos, animales invasiones como perros, gatos, zorros, zarigüeyas y otros, pueden ocasionar un pánico en el galpón y ocasionar que las aves interrumpan su ciclo productivo. Otras situaciones de estrés que influyen en la puesta de los huevos son mermas de comodidad como frío o calor excesivo.