La región Caribe es el centro de la producción y el consumo ovino por su alto potencial
Nicolás Senior es productor y miembro de la Asociación de Ganaderos (Asogansab), enclavada en el municipio de Santa Bárbara de Pinto, al sur del Magdalena. Él, como muchos productores de la región, le apuestan a la producción ovina porque consideran que además de un crecimiento sostenible en el consumo, hay mayor rentabilidad en su tenencia.
En diálogo con Agronegocios, el productor ganadero comentó que las prelaciones económicas han sido un factor importante, además de una presencia histórica en la zona. “Una de sus ventajas es que es un negocio que a diferencia del ganado bovino requiere menos espacio”, resaltó.
Magdalena, en una proporción menor, y La Guajira, con indiscutible liderazgo, son las zonas del Caribe que más concentran la producción ovina con 107.441 y 641.897 cabezas respectivamente. Las condiciones particulares de la zona y una cada vez más importante tecnificación ha hecho posible la apuesta por esta clase de animales. Aunque en Colombia existen diversas especies de ovinos, las más representativas en este punto geográfico -donde se concentra el mayor número de cabezas en producción- son la Dorper, la Katahdin y la Santa Inés.
La primera, explicó Senior, es muy apetecida por su carne. Por ello, junto a la raza Charollais son destinadas al consumo humano.
La Katahdin, Pelibuey y Santa Inés son utilizadas para la maternidad. Esto significa que se dedicarán exclusivamente a la crianza de animales destinados a la producción cárnica. En el caso de Santa Inés es también requerida para los cruces con el carnero criollo. El saber delimitar el uso de cada especie es un éxito de acuerdo al experto consultado. “Antes no había especialización pero eso ha ido avanzando porque se entendió como una apuestas importante los ovinos. No eran vistos como unos animalitos para tener allí y comer en determinada fecha”.
¿De dónde viene cada raza?
Todas las razas ovinas provienen de diversos lugares del mundo. Por ejemplo, la Katahdin es originaria de Estados Unidos. De Francia es la Charollais, así como la Dorper es de origen sudafricano. De Latinoamérica, específicamente de Cuba, es la Pelibuey así como la Santa Inés es de Brasil. Lo cierto es que cada una entró de forma legal y se ha establecido en el país.
El uso del espacio: clave en bienestar
Aunque la resistencia de esta clase de animales a climas tan adversos como los del norte del país está probada, al igual que las exigencias de comida, que son mucho menores que la de los bovinos, lo que más motiva al aprovechamiento de los ovinos es justamente el espacio que pueden ocupar en un terreno. Donde está un bovino caben cuatro ovinos.
Una vocación por orientar en la región
A pesar de que en la región Caribe, a la realidad de las cifras, existe un arraigo muy particular en la producción ovina, Nicolás Senior considera que, por medio de procesos técnicos, la zona puede reorientar su vocación hacia este tipo de carne. “Sería una apuesta interesante la que podría darse a través de los productores de la región”, explicó.