Hipódromos, el negocio que no se consolidó
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Hipódromos, el negocio que no se consolidó

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Hace algunos años, tal vez más de 30, jinetes y espectadores tenían una cita domical infaltable en algún hipódromo de Bogotá. Era una afición por la hípica (carreras de caballos) tan popular y arraigada entre la gente como el fútbol. Las apuestas podían alcanzar los $7.000, dependiendo la corrida, una suma que en esa época era considerable para poner a riesgo.

Hoy, ni las carreras, ni los escenarios y, muchos menos, la afición existen. Los hipódromos se convirtieron en estadios de fútbol, barrios de la ciudad o corredores de tránsito para los automóviles.

Algunos complejos deportivos que acogieron las mejores carreras de Colombia, incluso transmitidas por televisión, fueron el Hipódromo de la 53, el de Techo, el de la carrera Séptima con Calle 37 y el de Los Andes. Caballos pura sangre, criollos y de razas con velocidad estuvieron en estos lugares, en donde las apuestas también se robaban la atención.

“La función principal de los hipódromos era obtener negocio de las carreras de caballos y por supuesto, la emoción era apostar, aunque este privilegio lo tenían las personas que poseían capacidad económica en la época”, dijo el historiador de la Universidad Javeriana, Germán Mejía Pavony.

La hípica como deporte de velocidad estuvo presente entre los colombianos desde comienzos del siglo XX, buscando un espíritu de diversión en el ocio.

En ese siglo comenzó a expandirse este deporte y con su desarrollo, la construcción de variedad de hipódromos. En el país existían 15 escenarios oficiales en ciudades como: Bogotá, Medellín, Cali, Manizales, Pereira y Barranquilla. 

Y es que, la hípica en Colombia fue considerada una de las más fuertes de la región, porque estaba a la par de países como Argentina, Brasil, Chile y Venezuela. “Los hipódromos tuvieron una vida corta, ya que el negocio no terminó de consolidarse, por eso muchos de ellos cerraron y terminaron con una finalidad diferente”, aseguró Mejía Pavony.

‘Hipoandes lo invita a disfrutar de la emoción de la hípica’o ‘vaya optimista y derecho, al Hipódromo de Techo’, eran algunos anuncios publicitarios que invitaban a las carreras.

Este era un plan familiar o de amigos y era tan significativo que hasta fue considerado dentro de la canasta familiar. 

El Hipódromo de Techo, el de la Calle 53 y de Los Andes, que actualmente está en funcionamiento, fueron los principales centros deportivos en Bogotá.

El de la corona de oro fue el que funcionaba en la carrera Séptima con Calle 37, más conocido como el Hipódromo de Magdalena, pero debido a la expansión de la ciudad, este se convirtió en una calle y su actividad fue trasladada al Hipódromo de la calle 53, lo que hoy es Galerías.

El complejo de la calle 53 fue construido en los años 30 por el impulso de empresarios como Ricardo Cubides, José María Gómez y Gustavo Uribe. Allí se realizaron diferentes corridas que alcanzaron una suma de $45.000 cada una.

Por su parte, en la Hacienda San Isidro, propiedad de Jenaro Rico, se construyó el Hipódromo de Techo. Este espacio deportivo se inauguró en 1954, y se hizo con el propósito de resucitar las carreras en Bogotá, ya que el de la calle 53 tuvo que cerrar. 

La historia de este hipódromo cuenta que por casi 30 años fue un centro deportivo y social para la sociedad capitalina. Hoy en día el antiguo HipoTecho es utilizado como estadio de fútbol por el equipo Equidad Seguros.

Mientras que, el Hipódromo de Los Andes, es el que más suma años en Colombia, porque sus inicios fueron en 1978, cuando comenzó con el objetivo de crear el centro más moderno y funcional de la región. 

Para Marcela Vidales, presidente de La Cabriola Centro Ecuestre, “en estos momentos las carreras de caballos no son algo que sea frecuente en Colombia. Existen algunos hipódromos cercanos a Bogotá o en otras regiones del país, pero no tienen mucha actividad deportiva, porque este negocio no terminó de consolidarse en el país y se ha descuidado”.

Hipódromo de los Andes, que aún se mantiene
Para las personas interesadas en disfrutar de las carreras de caballos una opción es el Hipódromo de Los Andes, fundado en 1978. Aunque ha detenido varias veces su actividad deportiva, todavía funciona, aunque no con la misma demanda que había en las décadas del 70 y 80. En los 90 y 2000 se hicieron intentos para reabrir este centro hípico, y ahora es utilizado para diferentes fines actividades ecuestres, y carreras.

Hipódromo de la calle 53, lo que hoy es Galerías
Tres empresarios nacionales como Ricardo Cubides, José María Gómez y Gustavo Uribe Ramírez decidieron empezar con el camino de la hípica construyendo el Hipódromo de la 53. El proyecto fue inaugurado en la década de 1930 y por más de 20 años fue el centro de atracción para los capitalinos en temas de carreras, pero al final por temas de expansión de la ciudad tuvo que trasladar su negocio a Techo.

Hipódromo de Techo, uno de los más tradicionales
Conocido como Hipotecho, este centro deportivo especializado para las carreras de caballos, estaba localizado en el sur occidente de Bogotá, lo que hoy es Ciudad de Kennedy. Este hipódromo se fundó en 1954 en un terreno que dispuso el médico Jenaro Rico, a quien le gustaban las carreras de caballos. Actualmente, parte de este escenario cambio de funcionalidad, ya que es utilizado como estadio de fútbol.

Otros complejos deportivos que se mantienen en el país

El deporte para reyes, como es considerado las carreras de caballos, tiene actualmente tres escenarios que eventualmente abren sus puertas. El Hipódromo de Villa De Leyva, de Los Andes y El Rosal mantienen su apuesta por la hípica, aunque no tan frecuente como se espera, ya que el negocio no demanda tanto como en los 70’s y 80’s. 

Las opiniones

Marcela Vidales
Presidente de La Capriola Centro Ecuestre
"Las carreras de caballos no son algo frecuente, porque es un negocio que no terminó de consolidarse, además se descuidó después de los 90’s”.

Germán Mejía Pavony
Historiador de la Universidad Javeriana
“Estos eran espacios de reunión familiar en los que cada fin de semana las personas se acercaban para apostar y disfrutar de las carreras de caballo”.

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