“El caballo le entrega todo al hombre, pero solo si este sabe respetar su nobleza”
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“El caballo le entrega todo al hombre, pero solo si este sabe respetar su nobleza”

El rejoneador, Luis Guillermo Echeverri Vélez, inauguró la VI Bienal Internacional de la Tauromaquia; presentó un libro, por ahora digital, en que le rinde homenaje al toreo a caballo
Colprensa
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En la región de Andalucía, en España, específicamente en Jerez de la Frontera, el rejoneador colombiano Luis Guillermo Echeverri Vélez inauguró la VI Bienal Internacional de la Tauromaquia con una intervención que desbordó el formato académico para convertirse en un canto a la nobleza del caballo y su amor por este arte.

El rejoneador Luis Guillermo Echeverri Vélez. También es ganadero, abogado y economista agrícola.

 

Su conferencia, ‘Historia del milenario arte del toreo a caballo’, estuvo acompañada por un texto escrito por él que se publicó digitalmente en España entre mucha gente del toro llamado, precisamente, ‘Alegoría a la historia del milenario arte del toreo a caballo, una oda a la nobleza del caballo’. Este texto se publicará después como libro. El también ganadero, abogado y economista agrícola habló de esta publicación.

Este texto de Luis Guillermo Echeverri Vélez se publicará después como libro.

 

¿Cómo nació la idea de este libro y cuál fue el proceso de elaboración?

Desde que empecé mi vida como jinete profesional y rejoneador de toros comencé a recopilar notas y escritos, y hace unos 15 años inicié un tratado completo de equitación y doma que he venido puliendo con el tiempo en la medida en que aprendo más de los caballos y de la información existente para ayudar a acrecentar la literatura sobre el arte ecuestre que hay en español, y ayudar a quienes quieren poder tener una referencia completa en español para mejor en su relación con los caballos.

Uno de los tomos habla de cinco disciplinas ecuestres y dentro de este tomo empecé a escribir un aparte sobre el toreo a caballo o rejoneo y su doma. De modo que surge la invitación a la VI Bienal Internacional de la Tauromaquia que se realizó en Jerez de la Frontera, del 24 al 26 de octubre de 2025, y entonces me di a la tarea de extraer la información que ya tenía escrita y me puse a estudiar todos los antecedentes históricos de la tauromaquia; y de ahí sale este documento al que solo le falta un índice más completo de algunos artistas exitosos que no tuve el espacio de mencionar.

Este texto de Echeverri Vélez se publicó, por ahora, como libro digital. Después será en físico.

 

¿Ese amor por el rejoneo, los caballos y la tauromaquia de dónde viene?

Viene desde que empezó mi vida. Mi padre era jugador de polo y criador de caballos de carreras y venimos de una familia ganadera. Mi abuelo fue el primer ganadero bravo en Antioquia, así que yo nací entre caballos y entre el ganado, haciendo vaquería desde muy pequeño en las fincas, he pasado mi vida en una pesebrera y a caballo y luego empecé a jugar polo de niño y aún con 68 años lo sigo practicando. Fui jinete de salto muchos años, luego de adiestramiento y luego empecé una vida profesional como rejoneador de toros, y ahí mi Maestro, Don Gregorio Moreno Pidal, mi inculcó el estudio de los maestros clásicos de doma de alta escuela, empezando por James Fillis y F. Baucher, La Geriniere, el Capitán Beudant, Allois Podasky y el genral De Carpentry.

Viene de lo que ha sido una vida aprendiendo de tantos caballos que desde la adolescencia he domado para muchas disciplinas, de todo lo que me han dado a conocer y también de poder compartir esta afición con quienes han sido los mejores en el mundo en su momento en las disciplinas que he practicado y en las cuales me he interesado y con quienes tuve el privilegio de establecer amistad. Personas como Billy Linfoot, Fortunato Gómez Romero, Guillermo y Carlos Gracida, la familia Merlos, Tommy Wyman, Roy Barry y muchos más en el polo; personas como Gregorio Moreno, Joao Moura, Paulo Caetano, Álvaro Domecq, Manuel Vidrié y Pablo Hermoso de Mendoza en el rejoneo; y criadores de polo y de PSI como Elkin Echavarría, Noel Hickeey, José Chediack, Alejandro Espinosa y muchos más.

Muchas personas marcaron mi vida. Mis instructores de salto y equitación de niño, las personas que trabajaron con mi padre con los caballos de polo y me enseñaron a jugar, los compañeros con que crecí compitiendo, y luego al salir del país aún en la adolescencia tuve el privilegio de entablar amistades buenas y duraderas de hermandad en los caballos con todos ellos.

Echeverri Vélez en su oficio como rejoneador.

 

Usted define el toreo a caballo como “una oda a la nobleza del caballo”. ¿Cómo describiría esa nobleza y qué la hace tan esencial en la historia de la civilización humana?

La nobleza está representada por el valor de acometer la entrega total de un ser vivo incluida su existencia, al servicio de cualquier acción, idea, tarea o causa que lo demande. La naturaleza le dio al hombre el caballo para que lo sacara de las cavernas y multiplicara sus capacidades sobre su lomo conquistando nuevas tierras y creando el desarrollo. Sin duda alguna el caballo jugó un papel principal en todos los aspectos del desarrollo de la civilización al menos hasta la aparición del motor.

En su escrito afirma que “el caballo convirtió al guerrero en jinete y entre ambos crearon el juego de toros”. ¿Qué simbolismo encierra esa unión entre el hombre, el caballo y el toro bravo?

La creación del arte de la tauromaquia ecuestre que comprende la conjunción de la perfección en tres artes diferentes en uno solo: el dominio del arte ecuestre en su más demandante y compleja versión; el arte del conocimiento y el manejo del ganado bravo en el campo y en la plaza evitando morir y cuidando la integridad del caballo; y la capacidad escénica de manejo del público y de entrega en artística en la plaza.

Ha desplegado su arte por varias plazas del mundo.

 

Usted habla del toreo a caballo como “la interpretación más pura de la vida y la muerte”. ¿Qué significa para usted?

Todo. Pues del toreo a caballo se desprende toda una filosofía de vida, pues todo lo que ocurre durante la lidia es verdad, es entrega, es arte como manifestación cultural. Ahí no hay mentiras ni engaños, se dan cita tres seres vivientes a entregar lo mejor de sí mismos en un juego con la muerte por la supervivencia, y eso es lo mismo que nos pasa en este mundo desde que nacemos hasta el día en que terminamos de la vida.

Y todo eso nos hace vivir con pasión y entender la vida y la muerte como dos instancias ineludibles en las cuales debemos siempre dar lo mejor de nosotros mismos con determinación total y obrar con verdad y con nobleza sin importar las consecuencias. Las culturas mediterráneas no ocultan la muerte, por el contrario, ella representa la razón por la cual hay que vivir con intensidad y apasionadamente ese regalo que es nuestro paso por el mundo.

Asocia la “nobleza del caballo” con la nobleza del ser humano. ¿Cree que hoy en día que esa virtud se ha perdido o transformado?

Tristemente se ha perdido. La palabra caballero proviene de los hombres de a caballo que lideraron, lucharon y defendieron sus pueblos y sus creencias, por tanto cuando nos referíamos a que alguien es un “señor o un caballero” no es algo trivial. La nobleza no es la condición nobiliaria heredable, no, la nobleza es algo que se gana y se suda a partir del comportamiento y de las manifestaciones, los logros o los hechos, representa el espíritu de la nobleza que se la da el caballo al hombre que honra esa condición de caballero. Y es que el caballo le entrega todo al hombre, pero solo si lo sabe tratar y sabe respetar y emular su nobleza.

En una época marcada por el ruido ideológico y el “falso animalismo”, como usted lo menciona, ¿qué significa comportarse “a la altura de las virtudes de los animales”?

Para mí el mensaje que hoy nos quieren transmitir a gritos los animales a los humanos, es que los comprendamos como son en su condición natural como animales, sin humanizarlos, y que no los convirtamos en objetivos políticos para imponerle a toda una nación las agendas ideológicas de una minoría. Convivir con ellos, entendiéndolos como animales, respetando su condición natural.

Es increíble que hoy el egoísmo y el individualismo lleva a muchos al maltrato humano y a ignorar las necesidades de los demás humanos, poniendo por delante a sus animales como si fueran personas, que no lo son. Es triste porque la doctrina animalista es un tema de ideología política que utilizan algunos para conquistar audiencias, especialmente de personas jóvenes y sacar de ello un redito económico, político o electoral.

¿Qué entiende por la frase “la tauromaquia es una manifestación cultural libre, democrática y sin doble moral”?

Que la tauromaquia es la cultura que deriva de toda una gama de manifestaciones artísticas que se expresan libremente mediante la lidia a pie o de a caballo del toro bravo en la plaza de toros. Libremente se es torero, libremente acude el público a las plazas a apreciar por medio de sus conocimientos culturales el arte del toreo.

Y dentro del transcurso de ese enfrentamiento entre el torero o el rejoneador y sus caballos con el poderío y la bravura, con la acometividad y la letalidad que lleva el toro en la embestida, no cabe mentira alguna, ahí no es como en la política donde se puede mentir y engañar. Allí las condiciones las pone el toro al acometer y solo el que valga aguantará ante ellas sin perder la vida. Y por eso entre el toro y el torero no hay doble moral, como si ocurre en la política, donde las posiciones personales ceden a las conveniencias. Al toro hay que poderle con valor, facultades, entrega y con arte, de lo contrario te mata. El político te dice lo que quieras oír y con eso te despacha.

A sus 68 años, Luis Guillermo Echeverri Vélez sigue practicando polo.

 

En su investigación recorre más de tres mil años de historia. ¿Cuál considera que fue el momento más decisivo para la consolidación del toreo a caballo como arte?

El toreo a caballo nace en el campo jugando o cazando toros bravos con los jinetes íberos en algún momento entre el segundo y el primer milenio antes de cristo. El caballo doméstico aparece en la península unos 2000 años a.C., y allí ya existía el toro salvaje para manejar, lidiar o cazar los ganados agresivos; el hombre se vale del caballo y ese es el primer origen. Julio César y el CID Campeador alancearon toros bravos.

En la ocupación mora y al pasar el primer milenio de la era cristiana se alancean toros en las festividades de a caballo y de ahí se deriva la suerte del rejón. Pero ya como arte decantado, al igual que el arte ecuestre, hace parte del renacimiento; y allí nace espectáculo público del rejoneo clásico. Se estructura y decanta entre el año 1500 y finales de 1700, con un pico durante la época del toreo caballeresco en el reinado de Fernando IV y en general durante todo el imperio de los Asturias, de Carlos I (Carlos V) hasta Carlos II.

Usted afirma que “el toreo a caballo es el origen primario de todo el arte taurino”. ¿Cree que se le da el reconocimiento que merece frente al toreo a pie?

Eso ha tenido diversos momentos en la historia. Primero alancearon toros en las plazas de los pueblos con ayudas de capa y con espadas que mataban los toros cuando con la lanza no se conseguía. Sin duda cuando de 1500 a 1700 los reyes y nobles lo practicaron tenían también ayudas de capa.

Luego los Borbones lo desestimulan y la iglesia lo prohíbe por proteger los monarcas, y en Portugal se conserva el rejoneo puro, y en España solo se utiliza en algunas celebraciones, pero el público pide las festividades con la lidia de toros, pues ama la tauromaquia. Entonces los picadores se convierten en las figuras, ayudados por los de a pie, hasta que personajes como Cucharés y Pepe Hillo empiezan a hacer arte con los capotes y las muletas y hacen de la suerte suprema también un arte.

A principios del siglo pasado hay dos vertientes tauromáquicas, una a pie y otra a caballo que tienen sus épocas de oro. Más antiguo el rejoneo que nunca desapareció realmente, pero sÍ ha dependido de los empresarios que en algunos momentos, por motivos múltiples, no reconocieron tanto el toreo a caballo. Pero la verdad es que en ambas vertientes son los grandes artistas los que llevan gente a la plaza gracias a que es el toro y el público es el único que realiza ese juicio de forma veraz.

Un triunfo de Luis Guillermo Echeverri Vélez en Madrid, en 1983.

 

Relaciona el toreo con las bellas artes: pintura, literatura, danza, teatro. ¿Cuál de esas artes cree que mejor logra captar su esencia?

Muy difícil decir a cuál más. Sin duda el flamenco, su música, canto y baile en buena parte inspiran y son toreo, y acuden a los mismos fundamentos básicos de sentimiento y de la vida que se expresan en el toreo. El toreo inspira pasodobles, letras, otras melodías y tonadas como fados; inspira al poeta, al escritor, al dramaturgo, al intérprete de teatro, demanda del sastre costura artística, del arquitecto la construcción artística de las plazas, del diseñador el material promocional, todo lo impreso; no hablemos del pintor y del escultor, de modo que el tema es que el toreo es arte que inspira todo otro tipo de manifestaciones artísticas, pues de él emanan emociones que resultan inocultables.

Y no olvidemos que el arte ecuestre, la doma del caballo para la guerra el combate, y hoy para el deporte también es una tradición milenaria que ya se calificaba como tal y la documentaban Xenphonte en su tratado de hipología en 600 a.C.

En tiempos donde la tauromaquia es objeto de prohibiciones y debates éticos, ¿cómo defender su valor cultural sin caer en el enfrentamiento ideológico?

Es que ese problema se origina por la conjunción de dos factores: la dialéctica ideológica populista que no repara en el respeto por las culturas que vienen de las costumbres de los pueblos iberoamericanos, movida por intereses de réditos políticos o figurativos en un mercadeo en contra de la tauromaquia, y la conveniencia política que va de la mano con la ignorancia o falta de intelectualidad taurina de nuestros magistrados en materia de la existencia de toda una cultura tauromáquica milenaria a lo largo de todo el mediterráneo, y que llegó a nuestras naciones desde la conquista.

¿Qué opina de la decisión de la Corte Constitucional de prohibir las corridas de toros en el país?

Es un atentado contra las libertades constitucionales abierto y directo, que solo se justifica por los dos factores anteriormente expuestos. Hace parte de una ideología progresista que es por definición un engaño, y mediante la cual se cercena a una minoría de sus libertades para imponerle las ideas de otras minorías a la mayoría, haciendo un daño cultural casi que irreparable. Pero sabe qué, cuando las cosas se hacen de manera desatinada y sin atender tradiciones y costumbres, tarde o temprano como está pasando en España, el público ama sus costumbres y volverá a pedir que se restituyan sus libertades de ir a ver corridas de toros.

¿Qué le diría a quienes nunca han entendido la tauromaquia como arte?

Que si no les gusta se les respeta su posición y nunca nadie los ha obligado a ir a toros, y están en toda su libertad de no hacerlo. Y que de igual manera respeten al que lo entienda y lo valore. Pero de todas formas que se den a oportunidad de conocer el mundo del toro, y de entender la filosofía de vida que hay detrás de toda una tradición cultural milenaria de todo el mundo iberoamericano. También que se pregunten por qué Lorca, Hemingway, Machado, Unamuno, Cervantes, Goya, Velázquez, Picasso, Dalí, Botero, Paco de Lucía, las grandes bandas y orquestas, muchos de los grandes compositores e intérpretes han entendido la tauromaquia no solo como cultura, sino como una gran fuente de inspiración que los ha hecho crear maravillas.

Pero, además, que piensen por qué el público taurino es culto y atiende a la plaza sin una sola expresión de violencia a ver la interpretación más vivida posible de cuando acontece en nuestra vida, representado en una liturgia mágica llena de respeto, verdad, arte, color, sonido y expresividad que apasionan a miles de personas, que comprenden el valor que tiene el manejo de una embestida haciendo que el toro se someta a la plasticidad del artista.

¿Qué significa para usted el llamado a “no humanizar al caballo ni utilizarlo ideológicamente”?

Seguirnos entendiendo con el caballo como lo hemos hecho desde que nos sacó de la caverna, los que vivimos y trabajamos para su bienestar, y a la vez sabemos trabajar con él y con su condición noble, volviéndonos una sola cosa. Comprender un animal no es ponerlo a vivir como un humano ni pensar que es humano, es respetar su naturaleza. Legislar sobre los animales como si fueran seres humanos es un error, no solo conceptual sino de hecho.

Un día vi a un expresidente de la Corte con un perro arrullado mostrando como gran logro la consecución de derechos de las mascotas. Raro, ¿no les dan derechos pero son sus dueños? ¿Entonces cómo es la cosa? ¿Será que habrá fallos judiciales a favor y en contra de las mascotas? Y si la mascota gana o pierde el juicio, ¿quién paga las costas o en la cuenta de quién se consigna?

Pero eso sí, aquí a la Corte le vale huevo la violencia intrafamiliar, mayor fuente de homicidios en Colombia, y le vale huevo llevar al Congreso a los sanguinarios narcoterroristas asesinos y violadores de menores, pero eso sí, que nadie toque un toro bravo, que hace cientos de años se cría para la lidia y sin duda lleva una mejor vida que un pollo, que un ternero de engorde, que un marrano o un perro encerrado en un apartamento, pretendiendo que es un humano al que no le puede faltar nada mientras tantos niños mueren de hambre. Solo se les pide que obren en justicia de acuerdo a las leyes existentes y no por congraciarse con intereses políticos ideológicos.

¿Qué responsabilidad siente al ser rejoneador, historiador y defensor de una tradición tan atacada como admirada?

Mucha, toda, y no la eludo, mucho menos me avergüenza. Para mí es motivo de orgullo porque todo se lo debo al caballo y al toro, a mis maestros y a mis competidores. Esa solo la da el toro y el público. Ahí no hay discurso que valga. Los toreros somos muy pocos y los rejoneadores menos. Muy pocos recibimos de la vida ese privilegio y, además, fuimos premiados con las virtudes y la capacidad de entrega que demanda triunfar en este arte tan complejo. Por tanto mi responsabilidad es defender al toro y al caballo para que no mueran a manos de los intereses ideológicos de políticos oportunistas y de momento.

Usted cierra su texto con una frase potente: “A un torero le podrán quitar la vida, pero no la gloria”. ¿Qué representa esa gloria hoy para usted?

Claro, al torero le pueden quitar la vida pero no la gloria. La gloria es la satisfacción de haber cumplido con los caballos en su preparación, con el toro en la lidia, con las expectativas del público que pagó por un espectáculo que le genera emociones y sentimientos. La gloria es haber nacido torero y haber podido trabajar en el transcurso de la vida para haberlo realizado y haber sido capaz de crear arte con valor, que no es otra cosa que vencer los miedos. La gloria es para mí poder preparar un caballo para luego ir los dos de frente y adentro hasta la cara del toro, meterse en sus pitones y salir de allí airosos y con vida, y poderle transmitir todas las sensaciones tan profundas que ello conlleva al público que pago por vernos.

Como dicen lo bailado nadie te lo quita. Pero en este caso es bien bailado, se llega a la gloria cuando ese toro lo permite, el público lo reconoce y el torero siente que su arte aflora desde el alma. Y en el toreo solo se llega a la gloria cuando se entrega todo, cuando uno entrega la vida en el ruedo, independientemente de quién gane. La gloria para el torero de a pie o de a caballo es poder expresar su arte en la cara del toro, independientemente de si se vive o se muere en ruedo.

¿Qué cualidades deberían tener las nuevas generaciones de toreros a caballo para mantener viva esta herencia artística y espiritual?

Para llegar arriba hay que trabajar muy duro y hay que hacerlo con inteligencia. Hay que arrimarse a un buen mentor y hacer caso, siempre tener la humildad de reconocer que los demás nos aprecian en la dimensión de la realidad y que por tanto debemos aceptar cada crítica y hacer de ella una enseñanza. Que si no tienen la tenacidad que demanda esta disciplina no se metan en ella, pues pueden terminar siendo conformistas y eso no vale.

Que quieran al caballo y al toro, pero que entiendan que cuando uno se alquila para torear se debe al público y tiene que entregarlo todo. Y que monten todo el día y se sueñen montando en la noche, que respeten sus caballos, pero les exijan sin violentarlos, que domar es convencer, y que aprendan de la nobleza de los caballos, que no crean que rejonear es galopar con un toro en una plaza.

¿Qué le ha enseñado el caballo sobre el valor y la vida?

Todo. A vivir, amar y a obrar siempre con nobleza. De humildad, del valor de ser independiente, pero a la vez de cómo aprender a confiar en ellos y a entender la naturaleza de sus reacciones y por tanto a anticiparlas. Que uno no es más que nadie. A domar con estrategia poniendo metas y límites, y a obrar con sensibilidad e inteligencia anticipando, generando confianza basada en consistencia. De valores, de principios, de ética de trabajo y de responsabilidad.

El caballo nos entrega su existir para que lo cuidemos y por medio de la doma nos hagamos una sola cosa, ellos hacen volar nuestra imaginación, nos permiten galopar y ver el mundo y la vida desde arriba y a lo profundo del horizonte. También me han enseñado a conocer mejor a los humanos y nuestros defectos y a destapar las realidades de las intenciones de la gente, y por tanto a no dejarme joder de quien nos quiera hacer daño.

Si pudiera definir el toreo a caballo en una palabra, ¿cuál sería?

Sentimiento.

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