La adaptación ha sido un factor intrínseco en el sector agrícola. Los agricultores han entendido mucho mejor las nuevas preferencias del consumidor, sus nuevos competidores en el mercado y las nuevas formas de producción. Adicionalmente, viven constantemente con el reto de contrarrestar la urbanización de espacios tradicionalmente rurales.
En las últimas décadas, el agro en América Latina ha vivido diferentes procesos de transformación protagonizada principalmente por su formalización y tecnificación. A estos cambios se suma la digitalización, una tendencia que se fortalece aún más y que surge como respuesta a la nueva normalidad que nos exige el distanciamiento social y las nuevas formas de interacción.
De este modo, plataformas digitales como marketplaces, redes sociales e incluso apps especializadas se han convertido en nuevas herramientas necesarias para dar rentabilidad y sostenibilidad al agro, así como para crear puentes digitales que nos acerquen al campo, creando nuevas formas de comunicación y posibilidades de interactuar. Inspirados en esto, BASF creó diferentes opciones para incentivar la digitalización en el campo. En primer lugar, se encuentra BASF Agro App, una aplicación que facilita la búsqueda de las soluciones de protección de cultivos que ayudan en el control efectivo de los mismos. En segundo lugar, están las convocatorias que ha hecho la compañía a través de su plataforma de innovación y emprendimiento Agrostart, la cual tiene como propósito impulsar e incentivar startups enfocadas a innovar el campo en Latinoamérica.
Aunque existen estas nuevas herramientas, aún queda un camino importante por recorrer. Por esta razón, en el sector empresarial debemos incentivar procesos de innovación y desarrollo que respondan a las nuevas necesidades que ha dejado la pandemia, tanto a productores como a compradores. Estos procesos de innovación no se deben limitar únicamente a investigaciones propias de las compañías. Hoy en día existen emprendedores con muy buenas ideas que buscan apoyo financiero y/o logístico, que convierte a las organizaciones en figuras relevantes para hacer realidad estas posibilidades.
También es necesario abordar problemáticas como la ausencia de conectividad eficiente en las zonas rurales, por lo que fomentar espacios de cooperación público-privada que permitan superar estos obstáculos es clave para avanzar en el proceso de digitalización efectivo del agro.
Este es sin duda el mejor momento para apostarle a un nuevo comienzo, en el que todos nos estamos adaptando hacia la nueva normalidad. Es posible tener los mismos, o incluso mejores resultados con esta transformación de los procesos tradicionales. El ser humano es cambiante y todo lo que hacemos debe responder a esta característica.
Todo lo anterior debe funcionar en sinergia con la mano de obra de cada trabajador. Aunque las herramientas digitales mejoran diferentes procesos sensibles del negocio, el agricultor se mantiene como una pieza indispensable para el correcto manejo de la tierra. En este sentido, el reto final es garantizar y promover herramientas que impulsen, faciliten y hagan más sostenible el desarrollo y la productividad de nuestro campo colombiano.