El origen de los alimentos es un tema cada vez más relevante para las personas. La forma en que se producen se ha convertido en un factor determinante y el conocimiento de la cadena productiva ahora es indispensable para el consumidor. Por ello, al momento de adquirir productos del campo colombiano, no se trata solo de su calidad y de que hayan tenido un proceso productivo responsable con el medio ambiente, sino también de su aporte al desarrollo de los agricultores locales.
En la coyuntura originada por el covid-19 la correcta nutrición de los cultivos juega un papel relevante para combatir el hambre, pues de ella depende la productividad de las cosechas y la rentabilidad de los productores. De hecho, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas advirtió que el número de personas que padecen hambre aguda en el mundo puede alcanzar a más de 265 millones por el impacto económico que ha generado esta pandemia.
En este sentido, es importante entender que los fertilizantes facilitan la producción de la mitad de alimentos que consume el mundo, y aportan a estos los nutrientes y minerales necesarios para el desarrollo de los seres humanos. De ahí el papel fundamental que cumplen quienes se dedican a la agricultura, pues depende de la nutrición y tratamiento que le den al suelo que los productos tengan elementos esenciales para la vida como el fósforo, potasio, calcio, hierro, entre otros.
En Colombia, la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional 2015 evidenció que uno de cada cuatro niños en el país presenta deficiencia de vitamina A. Por otro lado, el Análisis de Situación de Salud del MinSalud de 2017, registró que seis de cada 100.000 menores de cinco años murieron por deficiencias y anemias nutricionales.
Pese a lo anterior, la mayoría de los agricultores aún utilizan fertilizantes convencionales como la urea, el sulfato de amonio y el cloruro de potasio, que no aportan los nutrientes necesarios y que además, generan altas emisiones de gases de efecto invernadero y acidifican el suelo, perjudicando los niveles de producción y el medio ambiente. Sumado a esto, como especifica la FAO en el informe ‘Transformar la alimentación y la agricultura para alcanzar los ODS’, las prácticas insostenibles en la gestión del suelo, como la agricultura extensiva, la extracción de materia orgánica y el uso excesivo de pesticidas sintéticos hacen que el suelo cada vez sea menos fértil y esté más contaminado y degradado.
Si se mantienen prácticas sostenibles en los suelos, como el uso de fertilizantes nitrogenados, se logrará una relación gana - gana entre el agricultor y los consumidores, ya que este último podrá obtener alimentos con alto contenido nutricional y el agricultor logrará un mayor rendimiento en las cosechas y un producto de mejor calidad, que le ayudará a suplir a cabalidad la demanda del mercado.
La invitación es a que los agricultores sean conscientes de la importancia de nutrir adecuadamente sus cultivos con fertilizantes producidos de forma responsable con el medio ambiente; y a los consumidores, a seguir comprando productos originarios de campo colombiano, no solo para apoyar el crecimiento de la economía rural, sino también para adquirir alimentos de calidad que aporten a su bienestar.