Inmersos en la crisis sociopolítica que históricamente ha vivido Colombia, los pequeños productores agropecuarios han estado involucrados en dinámicas situacionales complejas, convertidas en impactos negativos que limitan su capacidad y oportunidad de éxito, relegándolos a condiciones poco favorables.
}Dentro de este argumento coyuntural, el campesino colombiano se ha mantenido vigente, integro y siempre dispuesto a seguir luchando por enfrentar esas realidades que tanto lo agobian y recargan de dificultades.
Con el pundonor de su arraigo, se enfrentan a variables como la violencia, el desplazamiento, reformas políticas fallidas, altos costos de insumos y equipos, valores de mercado desproporcionados, acceso limitado a financiación, condiciones laborales inapropiadas, comportamientos de los indicadores macroeconómicos que no les favorecen y además a las inclemencias del clima como consecuencia del cambio climático.
No solo en Colombia sino en muchos países, la población rural menos favorecida vive en áreas expuestas a condiciones que los hacen vulnerables a los impactos negativos del cambio climático. Inclusive, pequeños cambios en el clima generan un impacto adverso en sus vidas y formas de sustento. Las consecuencias del cambio climático llegan a ser muy profundas para los pequeños agricultores de zonas con ambientes frágiles, afectando su productividad y pudiendo llevar a grandes desequilibrios en la vida del campo.
Sin embargo, nuestros campesinos continúan manteniendo esa virtud que los hace resistentes de una manera incansable. En términos muy utilizados en estos tiempos del coaching personalizado, se ha establecido una resiliencia campesina, forjada como una base esencial para el desarrollo económico de las regiones y un eje primario para el sostenimiento de la seguridad alimentaria del país.
Siempre será importante recordar que los pequeños agricultores son aquellos actores clave para la búsqueda de un modelo de desarrollo incluyente y oportuno. Su contribución a la producción y comercio sostenible de productos agropecuarios es imponderable, pero al mismo tiempo fundamental para mantener la soberanía sobre los alimentos básicos de los pueblos.
En este contexto de realidades e importancias, la resiliencia de nuestros campesinos, una virtud digna de destacar, es la herramienta principal que les permitirá estar preparados a los recientes cambios de agendas políticas regionales, donde se espera que las autoridades consideren esta capacidad de adaptarse positivamente a las situaciones adversas y propongan estrategias oportunas, que les permitan llevar, desde este momento, a cabo proyectos para el desarrollo agropecuario sostenible no solo de sus fincas o predios, sino también de las regiones y del sector agro en general en Colombia.
Una oportunidad inmejorable para que los gobernantes electos logren compensar el esfuerzo y la resiliencia, como ejemplo motivador para la sociedad colombiana. Esperamos ver de nuevo proyectos productivos exitosos y campesinos disfrutando de dichos logros, adaptándose de una vez más a las cambiantes condiciones del sector.