William Alberto García Torres lleva 42 años como comerciante de cebolla junca en Corabastos en la bodega 25, puestos 109 y 114. Todos los días agradece y exalta la labor del hombre del campo de Aquitania, Boyacá, considerada como la capital mundial de la cebolla.
Con orgullo y conocimiento habla del producto alimenticio como si fuera paisa (aunque no lo es), intenta serlo, y no lo hace mal, se defiende, comenta un cliente, cada vez que le compro, dice con voz clara y fuerte, la cebolla, “tiene propiedades antianémicas, aporta hierro, fósforo y vitamina E, contribuye a la generación de glóbulos rojos”.
Como dice la canción, “dicen que los hombres no deben llorar”, pero en la central de abastos, en el sitio donde se vende este producto boyacense, llegan a diario más de 35 viajes (1.050 rollos de 30 kilos), es común ver a los compradores, llevándose la mano, a los ojos, para limpiarse las lágrimas de sus pómulos, el llanto no por el precio, sino por el ácido que expulsa el producto y genera un ambiente con olor a campo.
Este alimento es generador de gran cantidad de empleo, (el que la siembra, cuida las plantaciones, la cosecha, quien la limpia, el que la trasporta, el comerciante mayorista, el cotero que baja el producto, el tendero).
La cebolla, a través de los años, y por las condiciones climáticas de la región boyacense, ha ganado gran reconocimiento de los consumidores, considerándola como la mejor del país, por su frescura, por el tamaño, gruesa, alto grado de acides, buen sabor (picante), claro está que sin despreciar las que se producen en Nariño, Santander, Antioquia y Eje Cafetero.
El mercado actual de la cebolla requiere dinamizarse, por las exigencias del consumidor, afortunadamente el comercio está respondiendo, hoy se vende en canastilla, seleccionado el producto, empacado adecuadamente los kilos deseados por el cliente, que a propósito son: fruver, plaza de mercado minoristas, dueños de restaurantes, tenderos, etc.
Afortunadamente, en Corabastos los comerciantes ahora son productores, el sector comercial es más dinámico. El comercio trabaja en la estandarización del peso del rollo (bulto) de 30 kilos, clasificar bien las calidades, empacarla adecuadamente con el fin de evitar que se dañe cuando se traslade.
Finalmente, buscamos que desde que comienza el proceso de recolección en el campo, allí mismo se ejerciera las condiciones de salubridad e higiene; con eso disminuimos le generación de basura, desperdicio y contaminación ambiental, beneficiando a nuestros clientes, porque llevarían un productos de alta calidad y competitivo.