Agricultores, transportadores, comerciantes mayoristas, tenderos y consumidores (familias) forman parte de la cadena comercial de alimentos en nuestro país. Cada uno es un eslabón que vive el impacto del clima en su labor diaria.
Agronegocios consultó a cada uno de los actores de esta cadena, desde el productor hasta el consumidor final sobre el factor climático y su incidencia.
Para los agricultores, cuando el clima registra fuertes temporadas de sequía o invierno, el cronograma de las cosechas se modifica en los sitios de producción. Jairo Ramos, productor de hortalizas, comentó que lo primero que hace cuando el clima afecta las plantaciones es acelerar la recolección de los cultivos. Esto explica por qué a las centrales de abastos llegan productos pequeños, verdes, pintones y alto grado de humedad.
En la mayoría de los casos, explicó Ramos, recolectar antes de tiempo las cosechas no da tiempo de seleccionar los productos, llevando revueltos clases y tamaño a los centros de comercialización, donde se encuentran las producciones de otros agricultores que están viviendo la misma situación, originando un sobreabastecimiento, en el que los precios registran tendencia a la baja por la alta oferta.
Otras cosas que hacen los labriegos, cuando los precios son muy bajos o las vías para trasladar los productos están en mal estado (transportadores se niegan entrar a los centros de producción), no recogen cosecha y lo cultivado lo utilizan como alimento para el ganado.
Los transportadores, al igual que los agricultores, enfrentan situaciones atípicas para trasladar los productos. El desgaste de maquinaria de los vehículos es altísimo, cuando enfrentan vías secundarias y terciarias en mal estado llegan a las centrales de abastos a deshoras, los productos se deterioran cuando enfrentan derrumbes y se ven la necesidad de tomar vías alternas, que generan más costos en combustible, peajes, gastos de alimentación y estadía en el camino.
Cuando el clima es muy fuerte, los transportadores se ven en la necesidad de quedarse donde se encuentren mientras merma un poco el factor climático, generándole gastos por estadía y brazos caídos de su actividad.
Para los comerciantes como Williams Castro, siempre el clima afecta la calidad de los alimentos, llegan con alto grado de humedad o sobre madurados incidiendo en el precio de las cosechas; en ambos casos, el comerciante se ve en la necesidad, por ejemplo, de desgranar la arveja para evitar daños en el producto.
Cuando llega más producto de lo normal, los precios se vuelven inestables, suben y baja de un día para otro, situación que lleva a los tenderos a comprar por arrobas o menos cantidad para no trasladar esa inestabilidad a sus clientes.
Finalmente, los consumidores son el eslabón que paga los platos rotos, ya que recibe los productos impactados por el clima, a precios inestables. En cambio, si desea excelente calidad los precios son altos. Isabel Beltrán, ama de casa, manifestó que nunca había visto una canasta familiar tan costosa en los sectores de alimentos perecederos, como hortalizas, verduras, frutas, cárnicos y productos avícolas, regidos por ley oferta y la demanda.