Colombia tiene aproximadamente 800 plazas de mercado, de las cuales 14 son centrales de abastos, plazas minoristas, de barrio, mercados móviles. Estos sitios de comercialización de alimentos diariamente están comprometidos con el agro, con el medio ambiente, con el sistema comercial, con el mejoramiento de infraestructura, para seguir garantizando la seguridad alimentaria.
La Federación Latinoamericana de Mercados de Abastecimientos, Flama, y la Red de Centrales de Abastos de Colombia, que preside el gerente de Corabastos, Francisco Javier Salcedo Caycedo, hizo un llamado a la cadena comercial, “demarcar el camino que se beneficie toda la cadena agroalimentaria desde el productor, hasta el consumidor final”.
Cada mercado debe realizar un diagnóstico de su infraestructura, asumir la adecuación, la construcción para reducir los costos de operación general y la implementación de nuevas prácticas comerciales, con el fin de promover el empleo y aumentar la capacidad de almacenaje de productos, con Buenas Practicas de Almacenamiento, BPM, para enfrentar la época en la cual se evidencia baja producción.
Las centrales de abastos diariamente comercializan aproximadamente 30.000 toneladas de productos alimenticios que son suministrados por los productores del territorio. Los comerciantes, unos con formación empírica, otros con estudios en mercadeo y economía, es decir, nuevas generaciones están modernizando el sector con sistemas de operadores logísticos y apoyados por la tecnología ofrecen productos a domicilio.
Corabastos Bogotá, es la más importante del país, como formadora de precios, es la guía para establecer si un producto está en cosecha. Central mayorista de Medellín, Cali, Barranquilla y Corabastos canalizan un promedio de 15.000 toneladas de productos que son ofrecidos presencialmente, a través de internet, redes sociales, página web, WhatsApp, es decir, utilizando la tecnología que está envolviendo al mundo.
Al unísono, las centrales de abastos están trabajado en el manejo de desperdicios generados por la comercialización diaria. Por ello, cada entidad comercial tiene un operador logístico que maneja el tema, seleccionando el material en orgánico e inorgánico; el primero, para procesarlo y obtener compost, humus para retornarle al suelo el material que requiere para las futuras cosechas.
En la parte de aprovechamiento de medios naturales, las centrales de abastos de Cali, Bucaramanga, Neiva y Bogotá, proyectan tener paneles de energía para disminuir no solo los costos de la operación comercial, sino contribuir con el medio ambiente.
En la parte social, la mayoría de mercados están afiliados al Banco de Alimentos, que recibe productos donados por el comercio, para ser recuperados y son llevados a entidades de beneficencia que apoyan a las personas en condiciones de vulnerabilidad.
Algo importante es el compromiso de los comerciantes mayoristas y minoristas en capacitarse en las buenas prácticas, por ejemplo, las prácticas de manipulación, BPM, que agrupan una serie de normas destinadas a lograr alimentos seguros, haciendo referencia a la higiene del personal que manipula los productos, pasa por el recolector y hasta el consumidor final.
Las implementaciones de las buenas prácticas llevan a los productores a lograr una certificación, para que el consumidor final se asegure de la inocuidad alimentaria, logrando prevención de los riesgos asociados a la producción primaria y tradicional.