Cafés especiales certificados
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LR

Cafés especiales certificados

25 de enero de 2016
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Entre 30-35% del café que se produce en Colombia se comercializa bajo la modalidad de café especial según la FNC; la mayoría de este café se exporta como especial certificado. Se insiste en los gremios, Ministerio Agricultura, gobernaciones y medios de comunicación sobre la importancia de entrar en este segmento de mercado como una forma de dar valor al café .

Los sellos de sostenibilidad en café son otorgados a grupos de productores a través de la Federación, cooperativas, asociaciones o empresas multinacionales. Cada empresa certifica con su sello de acuerdo al cumplimiento de códigos de conducta de diferente orden: Ambiental, social, administrativo.

Estas certificaciones grupales que no le cuestan al productor (tampoco le pertenecen), ayudan a mejorar la gestión en las fincas cafeteras y le permiten acceder a sobreprecios al vender su café (sobreprecios que no compensan el aumento en los costos de producción para poder cumplirle al sello).

Se exige trazabilidad del producto al momento de la venta, pero esta se pierde para el productor de ahí en adelante pues desconoce qué destino y qué precio se pagó por su café. Si algún productor tiene posibilidad de vender su café especial a un microtostador y quiere respaldar su transacción con algún sello, tiene que someterse de nuevo al proceso de certificación con la misma empresa que se lo adjudicó previamente al grupo y pagar unas cifras bastante altas por él. Es paradójico que para una transacción sí cumpla con los requisitos del sello, pero no si se le vende a otro cliente.

El sello café de Colombia no aporta valor significativo a nuestro café especial por cuanto lo lleva todo el café tipo Federación que exportamos como commodity utilizado para mezclas.

Aparecen cafés con una serie de sellos locales como: café de la mujer, café de los indígenas X, café de los desplazados Y, café de ex sembradores de coca etc, los cuales se convierten en sellos que no agregan valor y que poco le importan al comprador si el café de verdad no es de muy alta calidad. Infortunadamente, nos hemos equivocado en la estrategia para vender sin explorar las posibilidades de comercio más allá de llevarlo los sábados al pueblo. Allí comienza el negocio del café: Se acopia, se trilla, se clasifica, se cata, se califica y es entonces cuando de acuerdo con la calidad se ofrece a los compradores de especiales. Los productores no nos hemos involucrado en el eslabón siguiente de la cadena productiva. La solución no es seguir vendiendo nuestro mejor café bajo el modelo de negocio impuesto por intermediarios; los productores no encontramos en esta modalidad comercial una solución a nuestra actividad; debemos capacitarnos, producir mejor y comercializar en forma diferente. Un café de buena calificación en taza que alcance 85 puntos en la clasificación Scaa alcanza fácilmente US$2,5 o US$3.0 por libra. Si el café sube de estos puntajes aumenta también su precio.

Hay que evolucionar, construir alrededor del café especial una estructura de innovación organizacional, de procesos, de diferenciación, de mercados, una red de valor compartido que de la mano de las tecnologías de la información genere un modelo de desarrollo ligado a la competitividad entendida como generación de valor. Solo de esta manera se puede construir innovación social y desarrollo en las comunidades productoras.

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