Los caminos a la COP16
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Leonardo Ariza

Los caminos a la COP16

11 de septiembre de 2024
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En octubre, Colombia será sede de la COP 16 en Cali, una cita crucial para el debate global sobre el cambio climático y la sostenibilidad. En este escenario, uno de los temas más relevantes para nuestro país es la necesidad de rescatar y preservar la diversidad de modelos productivos agrícolas, así como de las semillas que sustentan nuestra producción, desde las variedades nativas y criollas hasta las mejoradas mediante ingeniería genética y a través de las nuevas técnicas de mejoramiento vegetal utilizadas hoy por la biotecnología.

Esta diversidad no solo es esencial para la seguridad alimentaria y la competitividad agrícola, sino también para la paz y la estabilidad en nuestras regiones rurales.

La agricultura del país es tan diversa como su geografía. En las montañas, valles y llanuras, diferentes comunidades han desarrollado sistemas productivos adaptados a sus condiciones locales, basados en un profundo conocimiento ancestral.

Estas prácticas tradicionales, centradas en el uso de semillas nativas y criollas, han garantizado la soberanía alimentaria de comunidades, preservando al mismo tiempo la biodiversidad y las identidades culturales que nos definen.

Sin embargo, frente a los retos globales, como el cambio climático y la creciente demanda de alimentos, es necesario reconocer también el valor de la ciencia y la tecnología en la agricultura. Las semillas mejoradas han demostrado ser herramientas efectivas para aumentar la productividad, mejorar la resistencia a plagas y enfermedades, y adaptarse a las condiciones cambiantes del clima.

Estas innovaciones son esenciales para mantener a Colombia competitiva en un mercado global cada vez más exigente. No obstante, la clave para el desarrollo agrícola sostenible radica en la coexistencia y complementariedad de estos enfoques.

La integración de los saberes y conocimientos ancestrales con los avances científicos no solo es posible, sino necesaria. Esta combinación permite a los agricultores elegir libremente el modelo productivo que mejor se adapte a sus necesidades y condiciones, sin sacrificar su identidad ni su autonomía. La libertad de operación y de elección de modelos de desarrollo tecnológico es un derecho que debe ser protegido y promovido.

Además, esta coexistencia es fundamental para garantizar la paz y la convivencia en las zonas rurales. La imposición de un único modelo agrícola, sin respeto de las libertades de elección, puede generar tensiones y conflictos que amenazan la estabilidad social.

Por el contrario, un enfoque inclusivo que valore y respete la diversidad puede fortalecer la cohesión social, mejorar la calidad de vida en el campo y asegurar la sostenibilidad a largo plazo.

La COP 16 es una oportunidad única para que Colombia muestre al mundo cómo la diversidad agrícola puede ser un motor de desarrollo, competitividad y paz. Al promover políticas que apoyen tanto la conservación de las semillas nativas y criollas como el acceso a las innovaciones científicas, podemos construir un sector agrícola resiliente y dinámico, capaz de enfrentar los desafíos globales mientras garantiza la seguridad alimentaria de todos los colombianos.

Quisiera cerrar este artículo, trayendo a colación la misión de nuestra organización, la cual es: “Propender por la libertad de operación del sector semillero, mediante la construcción de redes de relacionamiento técnico, normativo y de innovación necesarios para el desarrollo sostenible del campo colombiano”; y la visión de Acosemillas de “Ser el gremio referente que consolide, represente y defienda los intereses del sector legal de semillas (formal y tradicional) y de la biotecnología, para garantizar las semillas como insumo esencial de una agricultura competitiva y sustentable”.

Es por esto, por lo que la invitación desde Acosemillas es a reafirmar nuestro compromiso con un sector agrícola que respete y celebre la diversidad, que fomente la libertad de elección, que promueva la integración y la coexistencia de conocimientos.

Solo así podremos construir un futuro en el que, la agricultura colombiana no solo sea competitiva y productiva, sino también inclusiva, justa y sostenible.

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