En 1990 se expidió la Ley 16 de 1990, siendo esto un hito para el financiamiento del sector agropecuario del país. Por medio de esta norma se creó el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, un mecanismo para generar un adecuado flujo de financiamiento para las actividades del sector.
Para orientar la política de financiamiento sectorial nació la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario, y con el objetivo principal de realizar operaciones de redescuento para financiar la actividad agropecuaria se creó Finagro.
Tras más de 34 años de existencia, el Sistema se ha vuelto un referente a nivel internacional, alcanzando una cartera que supera los $40 billones y financiando a más de dos millones de personas en todo este milenio.
Tras estas más de tres décadas de ser determinante en el financiamiento del sector agropecuario, es necesario un rol más pro activo de Finagro para lograr la transformación del campo.
Finagro se creó en un contexto donde se presentaban diversas fallas de mercado que dificultaban el acceso a financiamiento del sector agropecuario, motivo por el cual se requería una banca de segundo piso capaz de asegurar un flujo de recursos suficiente para el sector.
Si bien múltiples de estas fallas han desaparecido, el lograr la democratización del crédito en zonas rurales requiere de un esfuerzo significativo. Por este motivo, el objeto de Finagro pasó de ser netamente la financiación a promover el desarrollo agropecuario y rural mediante instrumentos financieros.
En este gobierno, por ejemplo, se le han permitido nuevas operaciones, tales como realizar operaciones bajo el esquema de fondeo global y prestar asesoría en la estructuración de programas de financiamiento de proyectos productivos agropecuarios.
La primera permitirá que realizar un crédito con Finagro sea más sencillo y la segunda facilitará que la entidad tenga un mayor impacto en región.
Con el objetivo de ser un actor más determinante en el desarrollo del sector, Finagro ha replanteado su estrategia. Los retos que afronta la agricultura hoy en día son mucho más significativos que hace tres décadas, siendo el cambio climático y la pérdida de biodiversidad los principales factores a tener en consideración.
Lamentablemente, la productividad del sector no ha aumentado al ritmo que ha crecido la demanda, y con la nueva realidad es fundamental que el sector financiero sea un orientador de cómo se debe producir.
Para lograr este cambio, Finagro busca ser el aliado estratégico tanto del sector financiero como de los productores.
Con más de 30 años de experiencia, le compete a la entidad ser ese generador de conocimiento que facilite el ejercicio que debe realizar la banca para entender los distintos proyectos productivos; que permita que cada día más cooperativas puedan ser un canal del crédito de fomento agropecuario; que promueva prácticas sostenibles, mostrando los impactos en la rentabilidad de los proyectos; que entienda la realidad local y cómo se debe abordar de manera diferenciada cada grupo poblacional según sus necesidades.
Hoy, Finagro, como banca de desarrollo del sector agropecuario, es más necesaria que nunca porque debe guiar cómo se logrará el financiamiento hacia una agricultura resiliente al cambio climático y en armonía con el ambiente.