Renovar el conocimiento rural
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Ferley Henao Ospina

Renovar el conocimiento rural

25 de septiembre de 2024
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El conocimiento se renueva a una velocidad tan asombrosa que aquello válido o apropiado hace poco tiempo, hoy puede ser obsoleto. En contraste, con demasiada lentitud se incorporan las innovaciones, en gran parte de nuestro medio latinoamericano, afectando el desarrollo de estas sociedades en diversos campos.

“Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan desaprender y volver a aprender” sentenció Alvin Tofler en “El Cambio del Poder” publicado en 1990, procurando hacernos reaccionar ante un mundo que a velocidades siderales nos demanda nuevas formas de hacer y entender las cosas.

Sin embargo, siguen transmitiéndose conocimientos anclados en el pasado aún en centros educativos. Mallas curriculares de hace 40 o 50 años y modelos del siglo pasado continúan formando parte de los métodos con los que se pretende educar a las nuevas generaciones.

Estas fallas se potencian con mayor énfasis en el mundo rural, sector al que poco interés se le proporciona desde las diversas esferas públicas, afectando seriamente el desarrollo socioeconómico, por la baja productividad, la ausencia de una visión ampliada de las oportunidades rurales y, de paso, causando severas afectaciones ambientales.

Las ciencias relacionadas con el uso de la tierra para producir alimentos, incluyendo los avances de la biotecnología, trofobiosis, alelopatía, germinación protegida, fertirrigación, drenajes, plasticultura con materiales biodegradables (extruidos de maíz, yuca, papa); acolchamiento de suelos; microtúneles; invernaderos; compostaje, lombricultura, bioles, lixiviados, manejo integrado de plagas y enfermedades Mipe, etc. aunque todas son fundamentales en la agricultura moderna, algunas de ellas se tratan solo de modo teórico en aulas, o tangencialmente en clases magistrales y otras ni siquiera están en unos programas que dan preferencia a la fertilización química pese a que es irrefutable la degradación de los suelos y contaminación de las aguas, tanto las de riego como las de consumo humano, que esta provoca.

Desde la desacertada y fallida revolución verde en 1960, la agricultura latinoamericana se quedó anclada en la nutrición derivada de combustibles fósiles y en la utilización de pesticidas químicos, desdeñando los beneficios de la fertilización orgánica y el manejo integrado de plagas. Algunos programas han evolucionado hacia la Agroecología pero, tanto éstos como los primeros, desestimando importantísimas innovaciones que contribuyen a mejorar la calidad y los rendimientos.

"La educación cambió, debe reinventarse" sostuvo la reconocida mejor profesora del mundo, Lourdes Jiménez.

Incluye al sector rural en estos novedosos conceptos con la expresión: "preparando estudiantes para la vida con una capacitación que responde a este nuevo mundo, con enseñanza desde la agricultura y proyectos en tecnología", mensaje para abordar la realidad agrícola que, en materia educativa, aquí está en las peores condiciones.

En seminario que impartimos Nadav Sander, a la sazón gerente para Latinoamérica de Hazera de Israel, y este servidor, en la Universidad Técnica Particular de Loja, una pregunta fue: "¿Cómo puede la academia incidir en el desarrollo rural?”. Contesté: “Las ciencias de la tierra en Latinoamérica están en mora de incorporar las innovaciones que dan resultados exitosos en otras latitudes. Es tal la velocidad a la que se generan las innovaciones que, de no producirse cambios en el modelo educativo, corremos el riesgo de estar graduando como ingenieros agrónomos a "Historiadores de la Agricultura" que saben perfectamente como se cultivaba hace 50 años, pero no tienen ni idea de cómo es que se cultiva hoy".

"La educación cambió, debe reinventarse" y en el campo, con mayor razón.

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