Sí, es posible pasar del agro de pérdidas al agro limpio, eficiente, rentable y competitivo, lo comprobamos con las Fincas-Escuela implementadas para una importante agroexportadora, poniendo en primera fila las Buenas Prácticas Agrícolas BPA y la producción asociativa de compost, humus, lixiviados, caldos minerales, perfectamente alineados con la teoría de la Trofobiosis en la que Francis Chauboussou estableció que “En suelos sanos, los cultivos son sanos y que en cultivos sanos las plagas se morirían de hambre”
“Un insecto no tiene el complejo enzimático para alimentarse de una planta sana por lo que debe buscar hortalizas enfermas” agregó Chaboussou.
Estos principios nos llevan a entender que conjugando todo el conocimiento acumulado desde la segunda mitad del siglo XX, que implica Biotecnología, información precisa de los requerimientos nutricionales de la planta en cada una de sus etapas de desarrollo, germinación protegida y controlada, prácticas agrícolas avanzadas, rotación y asociación de cultivos, fertirrigación, acolchamientos de suelos, cubiertas para administrar microclimas, es como puede darse el salto tecnológico indispensable para salir del atraso.
Hay corrientes que promueven la idea, equivocada por supuesto, de que la calidad solo es posible cuando los rendimientos son bajos. Es exactamente lo contrario, la productividad es una respuesta natural que la planta expresa en floración completa, fructificación normal, desarrollo armónico de frutos, mayor cantidad y mejor sanidad de ellos.
Aplicando conocimiento al campo colombiano se podrá sustituir la importación de alimentos y se abrirán miles de oportunidades de trabajo, Ejemplo: en maíz, Colombia puede generar más de 600.000 puestos de trabajo directos, además de los indirectos en los municipios en los que estos cultivos se implementen y de la riqueza asociada por la reactivación de las tierras hoy improductivas o mal cultivadas.
En Maíz se cultivan 363.628 hectáreas, de acuerdo a la FAO, con rendimiento medio de 4,1 t/ha (casi cinco veces menos que Israel, 19,2 t/ha), apenas 1,5 millones de t, (la quinta parte de la demanda nacional que asciende a 7,5 millones de t, convirtiendo a Colombia en el primer importador de maíz de Sudamérica y séptimo en el mundo). Los problemas sociales del país, encabezados por el desempleo, podrían comenzar a solucionarse enderezando la política pública agropecuaria.
Téngase en cuenta que Colombia importa todo el trigo, el sorgo, la cebada y el tomate para proceso, 80% del maíz y volúmenes muy importantes de papa, arroz, frijol, avena, legumbres, hortalizas y tubérculos, melones, manzanas, peras, uvas, duraznos, sandía, mangostinos, cereales y nueces, carne, pescado, lácteos, queso y hasta café.
Para enfrentar estas realidades, el camino correcto está en el conocimiento, rescatar la actualización tecnológica de los últimos 70 años en los que Colombia perdió el ritmo y se quedó rezagada. Necesitamos ponernos a tono con la innovación agropecuaria y la producción asociativa de insumos.