Flores sostenibles para el Día de la Madre
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Diego Torres

Flores sostenibles para el Día de la Madre

26 de abril de 2023
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Colombia tiene el orgullo de ofrecer al mundo uno de los regalos icónicos para las madres en su día, las flores, un producto que se cultiva de forma cada vez más sostenible y amigable con el ambiente.

Para los productores de flores del país, una industria que genera más de 140.000 empleos, según Procolombia y vincula cerca de 25% de la mano de obra rural femenina formal del país, el Día de la Madre es uno de los más importantes del año, pues junto a San Valentín, representa cerca de 30% de las exportaciones de flores al año.

Por eso es un buen momento para reflexionar y compartir lo que hace por la sostenibilidad agrícola gracias a la ciencia y a la innovación.

Tal vez uno de los aspectos más relevantes alrededor del tema de la sostenibilidad es que hoy en día existe el conocimiento y los recursos técnicos para tomar acciones efectivas en procesos productivos que tengan efectos positivos tanto en el medio ambiente, como en la rentabilidad misma. En el pasado ha quedado esa idea de que la sostenibilidad era aceptada como causa, pero un reto inalcanzable en función de realizar acciones concretas para lograrla.

La floricultura es un sector del agro que enfrenta hoy de manera exitosa retos como el aumento de la productividad y el uso cada vez más eficiente de los recursos naturales en dicha industria.

Su importancia económica radica en su gran relevancia para el comercio exterior de Colombia, pues el país es el principal proveedor de flores hacia Estados Unidos y el segundo mayor exportador del mundo, con una participación de 17% en el mercado mundial. En 2022, el Ministerio de Agricultura informó que, para el Día de la Madre, esta industria exportó más de 650 millones de tallos a Estados Unidos, Canadá, Japón y otros países de la Unión Europea.

Además, registra importantes índices de crecimiento. Según cifras del Dane de enero de 2023, ha sido el gran impulsor de las exportaciones agrícolas. En el país, 8.900 hectáreas están sembradas con flores de exportación, principalmente en Cundinamarca y Antioquia. Entre esas flores están los crisantemos, que ocupan 12% (1.068 hectáreas) del terreno cultivado. Esta flor, que tiene un pico de exportación importante para esta fecha, el año pasado, según información del Ministerio de Agricultura registró exportaciones por US$163,5 millones.

Es un sector productivo que ha sabido responder a los retos de la sostenibilidad mediante prácticas innovadoras relacionadas con ciencia aplicada e investigación, que han hecho posible el desarrollo de una agricultura digital y de precisión. Por lo demás, es una agroindustria que viene dando grandes pasos en la recuperación y reutilización de aguas lluvias, en el compostaje de residuos vegetales y en la adaptación de prácticas de control de enfermedades y plagas, al implementar el uso de productos bioracionales y derivados de fuentes naturales o replicados químicamente de estas.

Sin embargo, aún existen prácticas que han sido usadas en la floricultura tradicionalmente, bien sea por desconocimiento o por falta de alternativas, que han generado un impacto medioambiental importante en las regiones en donde se realizan.

Una de ellas es la inyección de vapor, que sigue siendo una técnica comúnmente utilizada en muchos cultivos debido a su efectividad para la desinfección de suelo, el control de los nematodos y algunos hongos fitopatógenos.

Sin embargo, esta práctica tradicional tiene un impacto ambiental importante, ya que utiliza carbón como combustible, lo que puede generar emisiones de gases de efecto invernadero y tener un alto costo energético y económico, llegando a invertirse hasta $16 millones por hectárea desinfectada y 45 kilos de carbón por cama de cultivo. En promedio, se estima que la combustión de un kilogramo de carbón mineral produce aproximadamente 2,6 kilos de dióxido de carbono (CO2).

También es importante tener en cuenta que la combustión de carbón también produce otros gases de efecto invernadero, como el metano y el óxido nitroso, así como partículas y otros contaminantes que pueden tener impactos ambientales y para la salud.

Ante este reto, el siguiente paso a dar es generar experiencias que demuestren el impacto positivo de la nueva generación de recursos y procesos tecnológicos. Un ejemplo es nuestro programa “La Raíz del Éxito”, que permite hacer un control de los nematodos y patógenos en el suelo con diferentes metodologías, dando como resultado plantas más sanas y vigorosas, pero además disminuyendo las emisiones de CO2. Se trata de una iniciativa que no solo es técnicamente superior sino mucho más competitiva en términos de rentabilidad y de sostenibilidad. Soluciones como esta, permiten acercarse a compromisos globales que en el caso de Bayer apuntan a reducir 30% de la huella de carbono que deja la actividad agropecuaria, mientras simultáneamente se estimula el sector.

Transformar prácticas es un enorme desafío que solo puede lograrse de la mano de los floricultores, entendiendo sus comportamientos, conductas y necesidades específicas. Cualquier iniciativa que se implemente para alcanzar la modificación de prácticas tradicionales por prácticas más sostenibles, debe aplicar los estímulos necesarios para generar consciencia y aportar soluciones alternativas de menor impacto ambiental, que garanticen la rentabilidad del negocio. El objetivo de “La Raíz del Éxito” es que vivan la experiencia, la comprendan, para que la incorporen en sus procesos habituales.

El avance hacia lo sostenibilidad no da espera. Hoy es factible, a partir de implementar soluciones sostenibles y rentables para fomentar una mayor conciencia sobre la importancia de reducir nuestro impacto ambiental en la sociedad.

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