La epidemiología nos ayuda a entender el comportamiento de la curva de infección del coronavirus, en función de su fuente de inóculo y la tasa de contagio sobre una población en un período dado.ch
Estamos aprendiendo que, en la medida en que la curva se inclina, es decir, tiende a ser más vertical, la tasa de contagios es muy alta y cuando la observamos más extendida se aproximará a una fase de aplanamiento y, luego, de descenso para llegar a niveles mínimos donde nos sentiremos más tranquilos.
Esa curva será diferente en nuestro país, en función del clima, del nivel de aglomeración y, sobre todo, de los hábitos y el comportamiento de nuestros compatriotas en las diferentes regiones.
Algo así como la interacción genotipo por ambiente que los genetistas y epidemiólogos vegetales y animales manejan cuando se intenta describir el comportamiento de una especie frente a la presencia de un microorganismo (fuente de inóculo) y el desarrollo de una enfermedad causada por un hongo, una bacteria o un virus en un ambiente dado.
Y es que en el campo productivo siempre hemos trabajado con los fundamentos de la epidemiología, que sirve a la fitopatología o la sanidad animal para manejar el impacto de las epidemias en los sistemas productivos responsables de la seguridad alimentaria nacional.
Desde la década del 70, cuando se introdujeron las variedades mejoradas de la revolución verde, se presentaron en Colombia casos de enfermedades tan agresivas que podían arruinar las cosechas y, por ende, a los productores. Similares situaciones se han presentado en el resto del mundo; tanto que, en 1846, en Irlanda, hubo una hambruna causada por la presencia de una enfermedad que arrasó con los cultivos de papa y produjo la muerte de más de un millón de personas.
En Colombia, uno de los casos más notorios ha sido la pudrición de cogollo de la palma de aceite, un disturbio que en la década pasada destruyó cerca de 30.000 hectáreas en Tumaco con el consiguiente impacto sobre el empleo y la calidad de vida de sus pobladores.
En años recientes, sobrevino el famoso Huanglongbing (HLB) que ataca los cítricos y que está dispersándose en unos seis departamentos del norte de Colombia, amenazando la citricultura nacional.
En el mundo animal lidiamos permanentemente con la amenaza de enfermedades transmisibles como la fiebre aftosa, la brucelosis o el carbón sintomático, para las cuales afortunadamente sí hay vacunas.
Para colmo de males, hace tan sólo un año se detectó en la misma región caribe la raza 4 de Fusarium- Foc R4T que es completamente destructiva en los bananos y amenaza nuestras 400.000 hectáreas sembradas con plátano en todo el país.
Los científicos deben trabajar muy duro para develar los mecanismos de acción de las plagas y enfermedades y las interacciones genéticas, que permitan controlarlas y darle estabilidad en su productividad al sector agropecuario. Ahí está la clave de la seguridad alimentaria y nutricional para nuestro país.