La agricultura regenerativa, aquella que busca garantizar un suelo más saludable y efectos negativos menores en los ecosistemas, está ganando atención en todo el mundo como una práctica que ayuda a los países a reducir emisiones, capturar carbono, proteger el medio ambiente y mejorar la competitividad y la economía de los agricultores.
En todo el mundo la agricultura representa 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero y, según la FAO, es la principal fuente de contaminación del agua por nitratos, fosfatos y plaguicidas. Reducir estos impactos resultará esencial para que países como Colombia puedan cumplir con sus metas de reducción de emisiones en las próximas décadas.
Ahora bien, a pesar de sus probados efectos positivos, sólo un porcentaje muy bajo de agricultores implementan prácticas de agricultura regenerativa en la actualidad. Esto se debe sobre todo a dos factores: El primero es la percepción de que estas prácticas sólo pueden implementarse en plantaciones de pequeña escala, orgánicas y sin vocación industrial. El segundo, que su implementación suele implicar pérdidas durante las primeras cosechas como resultado del reacondicionamiento del suelo y la curva de aprendizaje de las nuevas técnicas.
Si queremos romper estas barreras y extender la implementación de la agricultura regenerativa debemos abordar estos desafíos.
Estudios recientes desarrollados por Bain & Company, de la mano de Nature United, muestran no solo que la aplicación de la agricultura regenerativa en grandes plantaciones es posible, sino que además podría reducir las emisiones anuales en 0,5 y 1 tonelada métrica por hectárea de tierra cada año. Al mismo tiempo, los estudios demuestran que los agricultores que usan estás técnicas pueden ampliar sus márgenes de ganancia hasta en 30%, luego de dos o cuatro años de adaptación al nuevo modelo. De modo que se hace necesario encontrar los caminos para apoyar esta transición.
Una opción interesante puede ser el involucramiento de los socios de la cadena de suministro, para quienes invertir en esta transición puede convertirse en un elemento clave de sus esfuerzos en materia de sostenibilidad.
Las grandes compañías agroindustriales pueden estar en una posición privilegiada para ser estos aliados de los agricultores, involucrarse en estos procesos les permitirá, controlar las emisiones derivadas de sus materias primas y avanzar la reducción de emisiones de alcance 3 y alcanzar sus metas netas cero de carbono.
Nestlé, por ejemplo, se ha comprometido a invertir US$1.300 millones durante los próximos cinco años en la formación de agricultores, el pago de precios superiores por los productos de la agricultura regenerativa.
Por eso y otros casos, para las grandes empresas agrícolas y los agricultores que las abastecen, la agricultura regenerativa puede ayudar a liderar el camino hacia un sistema alimentario que alimente a todo el mundo, a la vez que mantiene tierras agrícolas saludables y reduce las emisiones de carbono.