Ser chalán, mucho más que montar un caballo
Casa de campo
Carlos Jaramillo Palacio

Ser chalán, mucho más que montar un caballo

12 de marzo de 2025
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El caballo criollo colombiano de paso fino, una joya autóctona de nuestro país, es reconocido a nivel mundial. La velocidad, la elasticidad y la naturalidad que dan es algo prodigioso, que traspasa fronteras y despierta la envidia de no pocos. Muchas veces tenemos la tendencia a sentirnos menos que los demás y que lo nuestro no es de resaltar, pero no hay nada más errado que eso, así desde otras latitudes poderosas insistan en hacerlo.

Debemos sentirnos orgullosos de su genética, sea fino, trotón, trochador o trochador galopero, lo que hace que tengamos un combo perfecto y apetecido: contamos con el caballo más rápido y más suave del mundo a la vez. Pero todo este proceso para llevar a los ejemplares que han deslumbrado a propios y extraños en todos lados (sería injusto nombrar a unos y dejar por fuera a otros excepcionales y legendarios que están el curubito equino), además de su evolución y el trabajo incansable de los criaderos, no sería posible sin la figura de los chalanes. Nada más cierto que en el vasto escenario de la cultura popular, muchas figuras emblemáticas surgen y desaparecen a lo largo del tiempo.

Sin embargo, ellos se mantienen como un pilar de nuestras tradiciones. Su conocimiento sobre los animales, su agilidad en el trato y su habilidad para entender su lenguaje son cualidades necesarias. En tiempos en los que la tecnología avanza a pasos agigantados, es fácil olvidar el valor de esta relación íntima y simbiótica que los chalanes han preservado con sus caballos.

Y en este universo surgen figuras que marcan un antes y un después en la chalanería, personajes memorables que se quedarán por siempre en la retina de los que amamos los caballos y su fortachona industria equina, que mueve $6 billones al año y genera alrededor de 480.000 empleos. Una de ellas, Alex Cano, quien tiene grabado su nombre en el universo equino con su prodigiosa conexión con los caballos que monta y su forma de llevarlos, como si fueran sus hijos, al fin y al cabo así los considera.

Cuando se le pregunta qué siente ser considerado como uno de los mejores chalanes de todos los tiempos y cuál es la clave de su éxito, él responde con ese desparpajo paisa lleno de sabiduría: “eso es el amor, la dedicación, la pasión y la obsesión de hacer lo que usted quiera hacer, pero bien hecho”. Más claro imposible.

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