Más coca que yuca y papa, una realidad inviable
Casa de campo
Carlos Jaramillo Palacio

Más coca que yuca y papa, una realidad inviable

24 de septiembre de 2025
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Colombia lleva décadas demostrándole al mundo de su vocación agrícola, su tierra fértil como pocas y sus campesinos resilientes a lo largo y ancho de sus 1.119 municipios, según el Dane, y más de 30.000 veredas en las que brota de la tierra de “todo como en botica”.

Pero hoy, con 253.000 hectáreas sembradas de coca, según el más reciente Informe Mundial sobre Drogas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd), 23.000 más respecto a la anterior medición en 2022, tenemos mucho que reflexionar y entender que hay bastante camino por recorrer, porque si así somos tan fuertes en nuestro campo con esa cifra tan alta de cultivos ilícitos, como sería si, por ejemplo, en esas hectáreas de coca se cosecharan la infinidad de productos que surgen de nuestro suelo, de acuerdo al clima y la topografía de cada territorio.

Todo tiene una razón de ser. La reciente descertificación de Colombia por parte de Estados Unidos no es un llamado de atención al país, es a Gustavo Petro. Estas cifras, así él se victimice y le endilgue la culpa a otros, tan característico de su estilo de gobierno, soportan la decisión.

La realidad no se puede ocultar por más rabietas y declaraciones fuera de lugar contra funcionarios del gobierno gringo: la coca ya ocupa más tierra que cultivos tan importantes como la yuca (242.991 ha), papa (196.756 ha) y aguacate (139.337 ha), producto este último que la saca del estadio en la tierra del Tío Sam. Lo que estamos presenciando es mucho más que una lucha fallida contra las drogas.

Es una competencia desleal entre dos modelos de país desde el sector agrícola: uno que promueve la legalidad, el trabajo digno y el desarrollo rural; y otro que ofrece ingresos rápidos a punta de economías ilícitas. La descertificación de Colombia es, sin duda, una mala noticia. Pero no por la sanción en sí, sino porque pone en evidencia que el modelo de sustitución de cultivos no ha funcionado, que el campo sigue desprotegido en muchas partes y que la cocaína continúa mandando en una nación que ha sufrido tanto por su culpa.

Hay que ponerse manos a la obra, “pa’ mañana es tarde”, dice el dicho. No tanto para satisfacer las expectativas de Washington, sino para garantizar la dignidad del campesino y la seguridad en los territorios, donde muchos productores se sienten amedrentados, muchísimo más de lo que se percibe en las ciudades.

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