Los alimentos, el negocio al que apuntan los magnates

La jugada que Jaime Gilinski usó para desenrocar el GEA fue una muestra más de que los multimillonarios están muy interesados en las inversiones en los sectores de alimentos y, por tanto, de lo agropecuario. Esto se relaciona con la urgente necesidad de satisfacer la seguridad alimentaria, una de las mayores preocupaciones de organismos multilaterales como la FAO y de los diferentes gobiernos del mundo.

Solo basta con analizar el reporte global de crisis alimentarias de 2022 de la FAO, el cual mostró que casi 258 millones de personas de 58 países están en los niveles más altos de inseguridad alimentaria aguda.
América Latina y el Caribe alcanzaron 17,8 millones de personas en inseguridad alimentaria, con dificultades en países como Haití, que representa 26% del total de la región.

En Colombia, inversionistas como el israelí Moishe Mana ya han llegado con su cartera sin fondo a crear negocios alrededor del agro. Para este magnate, el problema del futuro será la comida, por lo que diseñó la compra de Managro, una empresa que inició con la adquisición de tierras en departamentos altamente productivos como el Valle del Cauca, Antioquia y partes del Eje Cafetero, para sembrar, producir y exportar alimentos como el aguacate hass.

Ese enclave económico ha invertido cerca de US$56 millones, con importación de genética, la compra de las hectáreas de tierras, sistemas de navegación, entre otros.

El negocio de Gilinski mostró una vez más que los grandes multimillonarios están más interesados en el sector de alimentos que en otros como la construcción y el inmobiliario, lo que lo llevó a quedarse con Nutresa, una compañía que tiene 53% de la participación en el mercado local de alimentos procesados.
Será clave para garantizar comida en el futuro, la alianza público privada.