Aunque no hay una fórmula secreta para desarrollar a ciencia cierta el sector agropecuario nacional, todos sabemos que para el caso colombiano no basta con tener buenas tierras, una ubicación privilegiada y mano de obra cualificada. La transformación rural tiene mucho que ver con la capacidad de emprender procesos asociativos con visión de cadena.
En ese orden de ideas ¿por qué insistir en una pelea entre grandes, medianos y pequeños productores cuando el negocio agrícola y pecuario requiere de economías de escala para producir, además de masivamente, eficientemente?
Las oportunidades son todas, solo basta con observar las proyecciones sobre la futura demanda agrícola para los próximos 20 y 30 años dado el crecimiento de la población mundial y el potencial que hay con la producción de energías renovables y biocombustibles para entender que el ecosistema de negocios para los empresarios del campo está dado.
La integración de un grupo específico de productores, comercializadores y entidades de apoyo es el punto de partida para volver eficiente la producción, la comercialización, financiación, acceso al crédito, asistencia técnica y para avanzar en la formalización empresarial dentro del sector. Los proyectos deben ser incluyentes en la producción primaria, en los procesos agroindustriales y en la venta final.