La crisis sacó a flote lo más fuerte de los intermediarios
Previo al comienzo de Semana Santa, en redes sociales empezaron a aparecer mensajes de personas que con factura en mano hablaban de especulación de precios, tanto en centrales de abastos como en las populares tiendas de barrio.
Uno de esos casos era el de una persona que por 10 kilos de papa R-12 tuvo que pagar en una tienda cercana a su casa (al norte de Bogotá) más de $30.000. Para muchos no se reflejaba un problema a primera vista, pero los que son cuidadosos con los precios al momento de salir a mercar sabían que el total era ilógico.
Al revisar las cifras, según el reporte del Sistema de información de precios (Sipsa), del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), al corte del 4 de abril un solo kilo de papa de esa variedad se cotizaba a nivel nacional en un promedio de $975.
Específicamente en Corabastos, se vendió en $871. Visto de otra manera, la persona que compró esos 10 kilos de papa pagó 207% más del costo al que se negociaba en las centrales del país y 244% por encima del precio de lo cotizado en su propia ciudad.
Ese caso es el reflejo del efecto de los intermediarios en la cadena agrícola. De esos $30.000 que pagó la persona, el que cultivó la papa (haya sido en Cundinamarca o Boyacá), recibió por los 30 kilos no más de $5.000.
Hoy en Colombia el cáncer de los productores del campo está en los intermediarios que se han metido, según la SAC, en la cadena agropecuria de esta forma: Productor, intermediario, central mayorista, intermediario y finalmente consumidor.
En un caso, porque la mayoría de los agricultores no tienen todos los mecanismos para llevar sus cosechas desde las fincas hasta las centrales de compra, así que ahí es donde está el aprovechamiento de las personas que revenden los productos. Los intermediarios siempre han estado, solo que en época de crisis, se hicieron notar aún más.