Ganadería sostenible, romper mitos para el futuro
Casa de campo
Carlos Jaramillo Palacio

Ganadería sostenible, romper mitos para el futuro

08 de octubre de 2025
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En Colombia, hablar de ganadería sostenible todavía genera resistencia, a pesar de los esfuerzos de muchos por implementarla. Mi sensación es que algunos la ven como una amenaza al modelo tradicional, mientras que otros como una moda pasajera que está alineada con estas épocas de cambio climático y cuidado del planeta.

Nada más alejado de la realidad, pues la sostenibilidad ya no es una opción, es la única vía para asegurar la viabilidad del negocio ganadero en el corto, mediano y largo plazo. Expertos coinciden en decir que en relación con esta ganadería, “Colombia ha avanzado significativamente, pero el arraigo todavía es desigual. Muchas experiencias exitosas se concentran en regiones específicas y aún falta masificar estas prácticas a escala nacional. Lo positivo es que cada vez existe mayor conciencia y compromiso, tanto del Estado como de los gremios y de los propios productores”.

No vamos a renegar, faltaba más, de la ganadería tradicional, que durante décadas ha sido clave y continúa siendo el bastión para el desarrollo rural del país en sus diferentes frentes. Ha generado empleo, plata, alimento y arraigo territorial. Pero no se nos puede olvidar que también ha estado asociada, en muchas regiones, con prácticas que degradan los suelos, deforestan y agotan los recursos.

Seguir por ese camino es simplemente insostenible, no solo para el ambiente, sino para el mismo productor. Hoy la sostenibilidad ya no se mide solo en hectáreas sembradas o litros producidos, sino en la capacidad del sistema para mantenerse productivo sin destruir su base natural. El suelo, el agua, la biodiversidad y el clima son nuestros principales activos. Y sin ellos no hay modelo que aguante.
La ganadería sostenible, tampoco, es lo opuesto a la productividad, en eso hay que ser claros.

Es su evolución lógica. Significa producir más, pero con inteligencia: rotar potreros, cuidar las fuentes de agua, evitar el sobrepastoreo, diversificar forrajes, sembrar árboles, cuidar el suelo y otros más. Traducción: usar mejor los recursos disponibles, reducir insumos externos, proteger la salud animal y humana, y al mismo tiempo mejorar los ingresos del ganadero.

Otro punto clave es desmitificar el falso dilema entre productividad y sostenibilidad. No son contrarios, son aliados. Entendamos que el mundo está cambiando, cada vez más mercados internacionales exigen trazabilidad, bienestar animal y prácticas responsables. La ganadería que no se adapte perderá competitividad.

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