Cuando los productores nacionales se ponen la 10
Casa de campo
Carlos Jaramillo Palacio

Cuando los productores nacionales se ponen la 10

12 de noviembre de 2025
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Otra vez queda demostrado que en Colombia la fuerza productiva del campo es potente. En septiembre de 2025, las exportaciones agropecuarias, de alimentos y bebidas crecieron 29,6% frente al mismo mes del año anterior, al pasar de US$954,4 millones a US$1.237,2 millones, según el más reciente informe del Dane.

En un entorno internacional marcado por la incertidumbre económica y las tensiones comerciales, el agro colombiano no solo resiste, sino que se consolida como el eje del comercio exterior nacional. El liderazgo de productos como el café sin tostar, que acumula ventas por US$4.215 millones entre enero y septiembre; el banano, con US$1.109 millones; y el aceite de palma, con US$632 millones, demuestra que el sector ha sabido adaptarse a las nuevas dinámicas del mercado global.

A ellos se suman el café procesado, las flores y, cada vez con mayor fuerza, el sector pesquero y acuícola, que en septiembre registró un salto de 39,3% en volumen exportado. Cómo no aplaudir la labor de estos dos últimos. Este repunte, impulsado por la tilapia y la trucha, es fruto de un trabajo silencioso pero consistente en regiones, donde la infraestructura de frío, el procesamiento y la logística mejoraron sustancialmente.

El miedo en general, en su momento, por los aranceles de Donald Trump y su impacto en el agro era entendible, pero muchos del sector coincidieron en que más que una amenaza era una oportunidad. Y parece que tenían razón, en lugar de ceder, el sector se consolidó, amplió sus mercados y demostró que su diversificación productiva es hoy una ventaja competitiva real.

Lo que yo resaltaría de las buenas cifras, que siempre serán bienvenidas, es que no es solo de volumen o cuestión del azar: se trata de valor agregado, de certificaciones, trazabilidad y de una estrategia que combina productividad con sostenibilidad; del empeño de los productores nacionales que se ponen la 10. Y como cuando a uno le va bien siempre se quiere más, la euforia no puede alejarnos del reto para que el país amplíe sus horizontes comerciales, por ejemplo, a Asia y África, mercados en expansión que valoran los productos naturales y sostenibles, precisamente el tipo de bienes que Colombia puede ofrecer.

No olvidemos que la verdadera riqueza, por solo nombrar algunos, está en los cafetales de tantos departamentos altivos y productores, en los bananales del Magdalena, o las flores de la Sabana; y obvio, en las manos campesinas.

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