La flora nativa quemada en incendios por El Niño demoraría hasta 30 años en crecer
Cada año, entre enero y marzo, Colombia acumula la mayor concentración de focos de calor en territorios de sequía por los bajos niveles de precipitación propios del ciclo natural del trópico. Con el fenómeno de El Niño, el ciclo coincide con los niveles más altos de temperatura en algunas partes de la región Andina, que, incluso, se han empezado a sentir desde noviembre de 2023.
Las afectaciones han devastado hectáreas de flora nativa que, según estudios de Fedemaderas y el Instituto Humboldt, tardarían hasta 30 años en crecer en su totalidad.
Entre las zonas afectadas se encuentran el páramo de Berlín, en el municipio de Tona, Santander, y los Cerros Orientales en Bogotá. El 22 de enero empezaron los fuegos en esta zona donde existen ecosistemas de páramo, subpáramo y bosque andino.
Este ecosistema que bordea el este de Bogotá es hogar de especies nativas como el frailejón, conocido por su capacidad de captar agua del medio ambiente y ayudar con la regulación hídrica.
“En el departamento de Santander, en el nororiente de Colombia, 40 hectáreas de frailejones del páramo Berlín -que son parte del ecosistema del páramo de Santurbán, el cual provee de agua a más de 30 municipios- se han visto comprometidas por un incendio que lleva activo desde el 22 de enero”, explican desde el Ungrd.
¿Cómo recuperar la flora?
Según un informe de Fedemaderas, explicaban que la flora nativa quemada por los incendios puede tardar desde 25 a 30 años en crecer y tener todo el ecosistema restaurado totalmente. Sin embargo, hay que planear una estrategia con siembra de especies no exóticas, que en algunos casos, pueden ser inflamables.
Juan Posada, profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, junto con el grupo de Ecología Funcional y Ecosistémica e investigadores del Instituto Humboldt, durante más de 15 años han monitoreado los bosques nativos en los cerros y áreas periurbanas para comprender la regeneración natural de los bosques.
Posada destaca la resiliencia de los bosques alto andinos y su capacidad para recuperar biodiversidad y ciclos biogeoquímicos después de intervenciones humanas. Los datos que ha recopilado indican que la vegetación nativa de los cerros se está recuperando parcialmente, y que acumulan más carbono que las especies exóticas, contribuyendo más a mitigar el cambio climático.
El profesor Posada destacó que “en cuanto al manejo de los cerros es esencial adoptar un enfoque integrado a gran escala. Algunas áreas de los cerros pueden dejarse para que la naturaleza siga su curso, mientras que, en zonas con plantaciones de pinos, eucaliptos o invadidas por especies como el retamo espinoso, se requiere un plan de gestión para reemplazar estas especies exóticas por nativas”.
Otro estudio de 2013 del Instituto Humboldt determinó que los frailejones necesitan entre 50 y 100 años para alcanzar una altura de dos metros, como la que tenían los que se quemaron en el Páramo de Berlín.
Juan Carlos Reyes Nova, director de la entidad, afirmó a través de su cuenta de X que “la flora se arruinó y sufrió daños difíciles de reparar, con los cuales también terminaron desplazadas especies de fauna en el área”.
Amazonía en riesgo
En el arco noroccidental de la Amazonía se concentran la mayoría de puntos de calor. Esta zona -que comprende a 10 municipios de los departamentos de Caquetá, Guaviare y Meta- alberga una parte del parque nacional Chiribiquete, el área continental protegida más grande de Colombia.
Con base en las cifras de detección del sensor Viirs del satélite Suomi-NPP de la Nasa y la Noaa, para 2023 (entre el 1 y el 25 de enero) se registraron 741 focos, mientras que para el mismo periodo del 2024 se registraron 2.260, es decir 205% más.