Viche, el producto originario del pacífico colombiano que busca un lugar en la COP16
Aunque el viche haya sido declarado como patrimonio nacional, en la práctica esto no se ve demostrado. Onésimo González, productor de viche, estima que 99% de los productores hacen la bebida a pérdidas, lo que ha llevado a que tengan que venderla por un precio mucho menor al del mercado licorero.
Colombia, con la COP16, tiene en sus manos una gran oportunidad para que se conozca toda la diversidad que tiene, no solo en cuanto a sus cultivos, sino también sobre los productos que se pueden elaborar con ellos. Este es el caso del viche o biche, que se produce en la región pacífica del país y es una de las bebidas más ancestrales de nuestra historia.
Con un libro que se escribe hace aproximadamente 200 años, el viche se ha elaborado con técnicas autóctonas de las comunidades afro en la región pacífica (Valle del Cauca, Chocó, Nariño y Cauca). Este licor es el resultado del fermento, destilación y filtrado del jugo de la caña de azúcar. A pesar de su longeva historia, fue hasta 2021 que el Gobierno consolidó una Ley que protege a los productores de viche.
La propuesta de la Ley 2158 de 2021 es la de impulsar, proteger y reconocer al viche como una bebida ancestral y tradicional de las comunidades afrocolombianas. Además, se le declaró como patrimonio cultural debido a su proceso de elaboración.
“Esta Ley es creada con el fin de proteger al producto y al productor. Al proteger el producto estamos garantizando la protección de las comunidades”, dijo Onésimo.
Sin embargo, el proceso no ha sido fácil y hay algunas complicaciones económicas y sociales para el sector productor. La implementación de la Ley, junto con regulaciones como la Resolución 113 de 2024, ha hecho que la competencia se salga de las comunidades afro y el producto comience a producirse por fuera de los territorios reconocidos por su tradición vichera.
“A lo único que se le puede llamar viche es lo que se produce en los territorios que ya están identificados como productores, que los productores sean del territorio y que la materia prima sea del mismo”, añade Onésimo.
El productor también dijo que “desde la aparición de la Ley, el mundo sigue igual para las comunidades y sus territorios”. ¿A qué se debe esto? Pues al crecimiento de la producción que se ha llevado a cabo en ciudades como Cali, Medellín y Bogotá, que han entrado al negocio comercializando una bebida que no es fiel al viche original.
Cifras indican que los productores deben vender 20 litros de viche por un valor de entre $150.000 y $200.000. Esta es una diferencia abismal si se compara con el precio del mercado, en algunas comercializadoras directas para el consumidor se puede encontrar que una botella de 750 mililitros puede llegar a costar $280.000.
“El producto se le compra barato a los productores y la reglamentación ha hecho que muchos le pierdan interés a la actividad”.
Más allá de su tradición, el viche es un producto que ha sido responsable por el cuidado de la biodiversidad y el medio ambiente. González afirma que, para los cultivos de caña, usados en la producción, no se usan ningún tipo de agroquímicos y se conserva el equilibrio biológico. Asimismo, las comunidades se han vuelto las principales protectoras del territorio, aportando esfuerzos para el cuidado de las especies que habitan en el pacífico.
Por razones como esta es que los productores de viche hacen presencia en Cali para el evento de biodiversidad más grande del mundo. “El objetivo es demostrarle al mundo que en el pacífico están unas comunidades que son las que más conservan el territorio”, dice Onésimo.
Con relación al mercado y aumento de la calidad de vida de los productores, también está el objetivo de lograr que los productores no se vean perjudicados por la libre movilidad del licor. También se busca que su labor sea reconocida internacionalmente y el producto comience a tener el lugar que merece dentro de la comercialización.