Resistencia a plagas y enfermedades, los beneficios de las semillas de maíz mejoradas
El maíz es el tercer cultivo con mayor área sembrada después del café y el arroz. Para 2022, según cifras de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya, Fenalce, se cultivaron 462.625 hectáreas de maíz. Pese a que su cultivo no es completamente tecnificado, la importancia que tiene la implementación de semillas mejoradas tecnológicamente, radica en que aumenta los índices de productividad y lo vuelve resistente a una serie de enfermedades que inciden en su crecimiento.
Por ejemplo, desde Corteva Agrisciencedirigen técnicas de fitomejoramiento y aprovechan la biotecnología para aumentar el potencial de rendimiento y maximizar la cosecha, a través de la incorporación de materiales genéticos superiores capaces de potencializar el rendimiento del maíz.
“Los híbridos actuales, en comparación con los de 1940, producen un mayor rendimiento general, incluso tres veces más bajo estrés por sequía. Esto, gracias a la tecnología en las semillas que hoy garantizan cultivos con una amplia adaptabilidad a condiciones climáticas, así como una alta protección contra insectos plaga. Los productores colombianos tienen más de 15 años de tener acceso a este tipo de biotecnología a través de nuestra marca Pioneer”, precisó Héctor Rincón, líder de la categoría de semillas de la compañía.
Estas semillas se caracterizan por tener una alta resistencia a condiciones ambientales fluctuantes, como altas temperaturas y sequías, además de contar con propiedades que les permiten tener mayor protección frente a la aparición de plagas y enfermedades que limiten su productividad.
¿Cómo se producen?
Su producción se da tras la caracterización, por parte de expertos, del comportamiento del material por lo menos tres años más antes de salir al mercado. Posteriormente, se evalúa el rendimiento, calidad, textura, color, sanidad de la mazorca y de la hoja, así como el acame del tallo. Se hace un análisis fisicoquímico detallado y un programa de fertilización, además de un manejo integrado de malezas, plagas y enfermedades.
“Seleccionar la mejor genética y evaluar su desempeño en los diferentes ambientes que tiene Colombia es fundamental para saber qué material se desarrolla mejor en cada región y, de esta forma, satisfacer la necesidad de los agricultores, la industria y los consumidores finales”, manifestó Rincón.
El uso de estas semillas mejoradas con tecnología, no solo aumenta el potencial de los cultivos a tener rendimientos óptimos, sino que le brinda seguridad al agricultor, con un producto altamente resistente a diferentes situaciones adversas, a la hora de emprender una siembra, contribuyendo a la seguridad alimentaria de las regiones.