Seis aspectos que se debe cambiar para disminuir la desigualdad de género del campo
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estimó que, si las mujeres agricultoras pudieran llegar a tener los mismos recursos que los hombres para participar en el sistema alimentario, el hambre que sufre el planeta podría disminuir entre 100 y 150 millones de individuos.
Esto es un ejemplo de cómo las condiciones de desigualdad de género siguen latentes en el campo, pese a que las mujeres representan dos tercios de la fuerza de trabajo agrícola y tienen un enorme potencial para garantizar la seguridad alimentaria.
De acuerdo con cálculos del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica), las mujeres rurales producen 45% de los alimentos que se consumen. Muy en línea con esa estimación, los datos del Banco Mundial mostraron que la implementación de políticas que desaparezcan la discriminación de género podría incrementar la productividad de los cultivos entre 20 y 30%.
“La mujer debe tener cada vez más equidad de género en la agricultura, hemos encontrado situaciones en las que, por ejemplo, para tener gobernanza financiera mientras que el esposo no está, no pueden hacer nada sino demuestra que tiene un nexo con esa persona”, explicó María Helena Latorre, directora de la cámara de procultivos de la Andi.
Este problema se refiere a la carencia de la seguridad jurídica frente a la propiedad, pues existe una mayor dificultad para demostrar que les pertenece la tierra. “En las ciudades uno tiene la posibilidad de decir que está en una reunión de hecho y con eso tiene los derechos que tiene el hombre”, agregó Latorre.
“Soy testigo de mujeres que hicieron trámites ante notaría con el marido para tener acceso a financiación o algún acceso a los programas de algunas fuentes o cooperaciones internacionales, pues debe tener que soportar que es dueña de las fincas”, explicó.
El segundo factor en el que deben trabajar tanto las entidades gubernamentales como el sector privado, es el acceso financiero con paquetes acorde a las apuestas de sus proyectos productivos.
“Otro tema es la formación empresarial, bajo los conceptos de economía solidaria, ya que se les debe enseñar cómo formar una cooperativa o una asociación empresarial”, dijo.
La experta explicó que es clave la formación productiva en buenas prácticas agrícolas y de manufactura. “Casi siempre le dicen a uno que quiere transformar el producto porque están cansadas de que la cosecha no se les pague bien, pero con transformación se les puede dar valor agregado”.
Latorre añadió que las mujeres son el centro de la alimentación del mundo, porque en el campo, sobre todo las lideresas, pueden transformar completamente una comunidad. “Hay avances en equidad de género en mujeres rurales, pero falta mucho por hacer para mejorar las condiciones de ellas”.
Según la FAO, las mujeres representan solo 13 % de los propietarios de la tierra, un panorama similar al que se enfrentan las agricultoras y campesinas locales.
“Debemos empoderar a las mujeres y ayudarles a superar los cuellos de botella. Ellas no dejan de trabajar en los hogares, van a los cultivos pero siguen cuidando del marido, los hijos, y nada de eso se les reconoce”, concluyó.