Producción de salmón en Norteamérica se ve amenazada por el cambio climático
En OBI Seafoods, una empresa que se extiende por toda Alaska, hay todo tipo de maquinaria adicional que los trabajadores deben dominar. En Whole Foods Market, se han implementado nuevas directrices para comprar salmón a los mayoristas. Y en Ivar’s, un impedible en el paseo marítimo de Seattle desde hace ocho décadas, el chef está devolviendo el escaso salmón que llega a su cocina.
Detrás de todos estos cambios hay una tendencia alarmante que se ha ido consolidando durante años: los gigantescos bancos de salmón salvaje del Pacífico que pueden convertir las aguas heladas del sureste de Alaska en una brillante mancha naranja están disminuyendo, y los que sobreviven están reduciendo su tamaño.
La reducción es lo que está causando el mayor problema logístico en este momento. Muchos salmones son tan pequeños que han desbaratado el proceso de clasificación de pescado de OBI y ya no cumplen las especificaciones de compra de Whole Foods ni las exigencias culinarias de Ivar’s. Allí, el chef Craig Breeden toma fotos del pescado junto a su cuchillo para ilustrar su diminuto tamaño antes de devolverlo.
“Es muy irritante cuando el proveedor me lo envía y veo el tamaño de estos filetes”, dijo. “En los últimos ocho a 10 años, el tamaño de los salmones ha comenzado a ser cada vez más pequeño”.
‘Momento crítico’
Estas alteraciones son, por ahora, más una molestia que un problema grave. Pero es casi seguro que presagian cambios más costosos en el futuro y, lo que es mucho más importante, hacen saltar la alarma sobre la creciente crisis de algunas poblaciones clave de salmón que se está produciendo, según muchos científicos, por el cambio climático y la mayor competencia por el alimento. Décadas después del colapso de las pesquerías de bacalao en el Atlántico, ahora aumenta la preocupación entre los expertos de que el salmón salvaje del Pacífico pueda enfrentar un destino similar.
“Todo está fuera de control”, dijo Laurie Weitkamp, bióloga pesquera de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. “Los gestores del salmón se están dando cuenta de que el cambio climático está afectando a sus poblaciones y, en general, no es favorable y solo empeorará”.
El salmón es tan vital que los científicos lo llaman especie “clave”, ya que animales como los osos y las águilas dependen de él, y los peces distribuyen indirectamente los nutrientes en los ecosistemas, incluidos los bosques. El viaje de los salmones desde los arroyos de agua dulce hasta el océano y de vuelta para reproducirse y morir los hace especialmente vulnerables al calentamiento de las temperaturas y a un entorno cambiante.
El salmón de Alaska es cada vez más pequeño, en parte porque regresa del mar a una edad más temprana, aunque los científicos no saben realmente por qué. Esta tendencia también se está extendiendo a lo largo de la costa del Pacífico, desde EE.UU. y Canadá hasta Rusia y Japón.
“Cuando el tamaño y el número disminuye es un presagio de cambio que muchos científicos consideran una señal de alarma”, dijo Peter Westley de la Universidad de Alaska Fairbanks, coautor de un estudio sobre el tamaño del salmón publicado el año pasado con la Universidad de California Santa Cruz.
Los científicos examinaron cuatro de las cinco especies de salmones del Pacífico en Alaska. El chinook, perseguido por los pescadores y valorado por los restaurantes, tuvo el mayor descenso promedio, con 8%, en comparación con los peces antes de 1990. Todas las demás especies disminuyeron, siendo el salmón rojo el que registró la menor disminución, con un 2,1%. Los cambios más rápidos se produjeron en la última década.
La disminución de las tallas de otras especies señaló el colapso de una pesquería, incluido el bacalao del Atlántico de Canadá hace tres décadas.
En Europa y Nueva Inglaterra, el recuerdo de los ríos repletos de salmones salvajes del Atlántico está casi olvidado debido a la sobrepesca, la pérdida de hábitat y la construcción de presas que bloquearon las zonas de desove, dijo David Montgomery, cuyo libro de 2003 “King of Fish: The Thousand Year Run of Salmón” advierte que las especies del Pacífico podrían correr la misma suerte. “Lamentablemente, el libro sigue estando vigente”.
La agricultura, la minería y otras interacciones con el hombre han hecho que los salmones del Pacífico caigan en picada en lugares como la cuenca del río Columbia-Snake en el noroeste del Pacífico. En algunas partes de Canadá y EE.UU., están en peligro de extinción. Las poblaciones clave en Alaska y la provincia canadiense de Columbia Británica están viviendo algunos de los peores años.
La Comisión del Salmón del Pacífico, que supervisa la gestión de este pez en EE.UU. y Canadá, ha señalado que en el río Fraser de la Columbia Británica se ha registrado un descenso récord de la población de salmón rojo en tres de los últimos cinco años, y que la última temporada marcó un nuevo mínimo.