La compañía Plantar de Colombia recibe certificación GlobalGap
La empresa ya estaba certificada por el Ica, pero en Colombia no existía un productor de semilla de papa que cumpliera con los requisitos exigidos por un protocolo internacional de Buenas Prácticas agrícolas.
Según la Encuesta Nacional Agropecuaria 2011, en Colombia cerca de 90.000 familias trabajan en la producción de papa, alimento básico de la canasta familiar colombiana. Cada hectárea de cultivo significa 110 jornales anuales, lo que constituye una importante fuente de empleo en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Nariño y Antioquia.
Por otro lado, junto con las oportunidades que traen los tratados de libre comercio y la llegada de empresas y consumidores cada vez más exigentes, la tecnificación del sector agrícola colombiano es más que una necesidad, un reto para especializar la producción de alimentos y lograr así mayor competitividad.
Con este contexto, desde hace más de 3 años, Alejandro Estévez Ochoa, gerente de Plantar de Colombia y uno de los líderes del sector de la producción de semilla y papa para consumo, decide apostarle a la innovación y la sostenibilidad agrícola, emprender un proyecto de certificación para la semilla de papa, acompañado por los departamentos de ventas y Mercadeo de Bayer CropScience.
Beatriz Arrieta, responsable del programa de Custodia en Bayer CropScience y quien lideró la asesoría en Plantar de Colombia, asegura que uno de los grandes beneficios de este tipo de certificaciones es que permite un tener una herramienta de gestión en el proceso productivo, que permite realizar análisis profundos y sencillos para mejorar la eficiencia en la producción, optimizar procesos y por supuesto, mejorar la rentabilidad.
Como todos los protocolos de Buenas Prácticas Agrícolas, buscan que la producción agrícola se concentre en tres pilares básicos: el respeto por las personas que trabajan en los cultivos y eso significa tomar medidas que garanticen su calidad de vida; en segundo lugar el cuidado del medio ambiente, para garantizar que el impacto de la producción agrícola sea el mínimo y tercero, la sostenibilidad financiera.
Una de las estrategias propuestas por estos protocolos es el Manejo Integrado de Plagas (MIP), eso significa que el asesor técnico, antes de recomendar la aplicación de un plaguicida por calendario, debe hacer una inspección en el terreno para monitorear qué problemas se presentan y tomar la decisión sobre cuál es la mejor forma de controlar el problema: si utiliza un producto biológico, una trampa, un fertilizante o si definitivamente debe emplear una herramienta química.
José Villar, ingeniero agrónomo de Plantar, asegura que “este fue un proceso de más de tres años, que nos alegra mucho”. Agregó que lo más difícil de implementar con GlobalGap fue el cambio cultural, pues en temporada de cosecha se llegan a contar hasta 150 personas en campo en diferentes fuentes de trabajo.