El paso a paso del manejo del agua en la agricultura familiar, una opción productiva sostenible
En un artículo publicado en marzo pasado, el doctor Martín Burt, director ejecutivo de la Fundación Paraguaya, destacaba en diversos diarios de América Latina que generar agricultura familiar no era fácil. Y además de ser complejo, en su realización, era difícil predecir su éxito por diversos factores. Uno de ellos, las condiciones climáticas.
“La agricultura familiar campesina no es fácil y los riesgos son grandes. Los ingresos son inciertos e impredecibles, la producción depende de la lluvia o la sequía, los precios fluctúan demasiado, y la ganancia a veces viene, a veces no”, reseñaba.
Y es que teniendo en cuenta lo fluctuante de las condiciones climáticas, el reto de las familias que se dedican al agro es velar por un adecuado uso del recurso hídrico.
Gabriel Silva, ingeniero agrónomo adscrito al Centro de Investigación Caribia de Corpoica, explicó que para dar un uso y manejo apropiado del recurso hídrico en los sistemas de agricultura familiar tanto agrícolas y pecuarios, “como primera medida los agricultores y familias que dedican su esfuerzo y recursos en este valioso sistema de producción, tienen que ser conscientes que el agua es un recurso finito y que por lo tanto una inadecuada administración (uso u aprovechamiento) de este recurso puede resultar perjudicial para cualquier sistema productivo y en especial para el medio ambiente”.
El ingeniero consultado explicó, basado en estadísticas de la FAO, que en el mundo existen unos 1.400 millones de km3 de agua, de los cuales 35 millones, es decir solamente 2,5% corresponde a agua dulce (incluyendo el agua congelada en los glaciares, y las fuentes subterráneas) y el restante corresponde al agua salada principalmente contenida en los océanos. “De ahí la importancia que todos debemos darle a toda practica relacionada con el uso, conservación y aprovechamiento sostenible del recurso hídrico”, puntualizó.
Partiendo de la necesidad de optimizar el recurso hídrico en los cultivos, el ingeniero Heriberto Arias, de Corpoica, considera necesario ejecutar diversas prácticas y medidas como la implementación de tecnologías que permitan racionalizar el suministro de agua en sus cultivos o sistema pecuarios, por ejemplo, el uso de sistemas de riego eficientes, como el goteo o sistemas de hidrosilo.
“Es necesario el uso de coberturas vegetales en el suelo que permitan reducir la pérdida del agua en este por el efecto de la temperatura, así como el uso de abono orgánicos que generen una mejor salud del suelo y así mejorar su retención de agua”, puntualizó.
A juicio de los expertos de Corpoica, debe articularse la implementación de sistemas de cosechas de agua para aprovechar las lluvias y almacenar el preciado líquido para los periodos de carencia. Estos sistemas son ideales en los lugares donde hay carencia de cuerpos de agua dulces cercanos y se depende prácticamente de las precipitaciones para cultivar la tierra o implementar cualquier sistema productivo.
“(Como acompañante debe usarse) material genético (semillas, variedades, razas etc) que no demanden altos volúmenes de agua para su desarrollo, así como reducir la dependencia de agroquímicos en sus sistemas productivos, especialmente en aquellos productos que resultan tóxicos para el ambiente y que contaminan las fuentes de agua”, aseveró el ingeniero Silva.
Minagricultura y su mesa de trabajo en la agricultura
Desde finales del 2016, el Ministerio de Agricultura se puso en la tarea de establecer el mecanismo más apropiado para generar políticas públicas de agricultura familiar. Para esto, se ha activado un grupo de trabajo liderado por el Viceministerio de Desarrollo Rural con el equipo de FAO Colombia y otros organismos. La mesa tiene como propósito generar lineamientos generales de política pública, que le permitan al sector de agricultura y desarrollo rural responder con mayor pertinencia y oportunidad a las necesidades que tienen los pequeños productores, el campesinado y las comunidades étnicas.