Mochilas tejidas con algodón y fique, una práctica comercial y ancestral del pueblo wiwa
En el pueblo wiwa la agricultura y el tejido convergen para configurar su cosmogonía y visión del mundo. Con cultivos de algodón y fique ubicados en sus territorios, las mujeres de la comunidad tejen mochilas biodegradables, las cuales para ellas son un tipo de escritura, en las que reflejan y expresan un pensamiento. Los hombres wiwa se encargan del proceso de recolección del fique hasta fabricar el hilo. Pese a que para la comunidad estas artesanías tienen un valor incalculable, los intermediarios se aprovechan de su comercialización.
Según el ministerio de Cultura, el pueblo wiwa habita principalmente en los departamentos del Cesar, La Guajira y el Magdalena. Parte de sus tradiciones y sabiduría ancestral se concentra en el arte de hilar. Para los wiwa, esta práctica refleja y hace parte de su cosmogonía, es tejiendo se transmite el conocimiento de los ancestros.
"Las mochilas van de acuerdo a los linajes, cada apellido del pueblo wiwa tiene su color. Y en cada mochila se refleja un pensamiento, en ella la mujer va a expresar si tiene rabia, felicidad o tranquilidad", dijo Edilma Loperena, comisionada de mujeres y defensora de derechos humanos del pueblo wiwa.
Las mochilas son 100% naturales y manejan dos tipos. Las de algodón, el cual se cultiva totalmente dentro de la comunidad, y las de fique. El algodón, dependiendo del sitio donde se cultive, va a tener un color diferente. Las mujeres en la noche lo limpian y lo hilan con el huso.
Dependiendo de la época y de las actividades que se realicen, también se pueden hacer las mochilas. Por ejemplo, para recoger comida, ellas hacen unas mochilas específicas que se llaman mochilón. Otras mochilas se pueden usar para preservar conocimientos y transportar objetos. Las coloridas en fique tinturadas con corteza de árboles son para guardar semilla y guardar materiales espirituales. Y las mochilas blancas de algodón las utilizan los líderes de la comunidad.
La mochila de fique, en particular, tiene diferentes tipos de puntada, a este producto se le hace un tratamiento llamado macaneo, para convertirlo en fibra.
El proceso de fabricación de estas artesanías es totalmente sostenible, pues las mujeres tejedoras wiwa utilizan elementos como madera, flores, frutos y hojas para teñirlas. Dado el detalle y vocación con la que realizan el proceso, una mujer tejedora wiwa puede tardar entre tres y cuatro meses en su elaboración.
Las mochilas son un símbolo fundamental en los matrimonios de la comunidad. "Al momento de que la mujer que se va a casar, antes del matrimonio ella debe saber hacer su mochila y la de su esposo. Esto es importante porque allí en la mochila es donde va a ir el poporo, el cual representa a la mujer. Cuando uno se va a casar, la mochila cumple un propósito, esta debe transmitir un pensamiento bonito ante la unión", explicó la lideresa.
De hecho, esta tradición se transmite desde la infancia, y se enseña a los niños la importancia de la mochila en la comunidad. "Desde pequeñas las madres empiezan a entrenar a las niñas y hacer esa transmisión de la cultura y de la importancia de la mochila. El niño por lo general aprende sobre el proceso de transformación del fique, él es el encargado del macaneo", explicó Loperena.
La lideresa considera que la comercialización de la mochila es importante para dar a conocer la cultura, pues cada mochila representa el apoyo económico para una familia, es el sustento para ellos. "También es importante porque con estas mantenemos nuestro linaje vivo, se mantiene el tejido y pensamiento de la mujer", señaló.
Pese a la importancia que esta mochila tiene en su comunidad, a la hora de distribuirla y darla a conocer, los vendedores intermediarios se aprovechan de los precios. "Muchas personas se aprovechan de comprar nuestro producto. Nuestras mujeres hacen un gran esfuerzo para poder producir, pero hay gente inescrupulosa que no sabe el trabajo y todo lo que pasa una mujer para hacer una mochila", indicó.