MiPescao, la empresa que paga hasta $23.500 por kilo de robalo pescado sosteniblemente
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MiPescao, la empresa que paga hasta $23.500 por kilo de robalo pescado sosteniblemente

En 2019 se creó oficialmente miPescao, en 2021 ganaron el reto 4.0 del Ministerio de las TIC y con su apoyo desarrollaron una versión que garantiza la trazabilidad de los productos
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La sostenibilidad y la rentabilidad son dos ejes necesarios para el sector piscícola. El primero de ellos, porque los productos que cuentan con trazabilidad tienen un mayor valor en el mercado y el segundo, porque mediante la pesca tradicional realizan un trabajo riesgoso, que requiere mucho esfuerzo y que puede dejar pocas ganancias.

MiPescao es un emprendimiento que tiene como objetivo conectar a productores y consumidores finales de pescado con un sistema que garantice la calidad, la frescura, la trazabilidad, el seguimiento y el comercio con una responsabilidad ambiental.

Los precios que manejan por kilo de róbalo son a $21.000 o $23.500 si los productores demuestran, a través del sistema, que lograron máxima responsabilidad ambiental.Actualmente, están comercializando 23 especies que son en su mayoría marinas y silvestres. Los precios se mantienen sin afectar las temporadas, por beneficio de los pescadores.

Tienen registrados 200 pescadores y para poder entrar a este sistema digital de comercialización, los acuicultores no necesitan dar algún tipo de pago, simplemente contactarlos para requerir sus servicios.

La empresa nació en 2015 con un grupo de científicos que hacían parte de la Corporación Biólogos por Colombia, que tenía como propósito buscar, descubrir y crear alternativas para el cuidado, la protección y la conservación de los tiburones y las rayas del Caribe colombiano de manera libre y voluntaria, con un enfoque, originalmente, en el abanico del Magdalena.

Según explicó el biólogo Milton Miranda Cruz, director de la Corporación Biólogos por Colombia y CEO de miPescao, eligieron inicialmente esta zona de manera estratégica porque habían identificado actividades que, actualmente, son de pesca ilícita. En esta área había una gran diversidad de rayas y tiburones que estaban siendo atrapados para comercializar sus partes, como sus aletas, el aceite de sus hígados y su carne.

“Con esa misión hicimos acuerdos con una de las organizaciones de pescadores del barrio Las Flores de la ciudad de Barranquilla que más, y de manera dirigida, pescaba tiburones en el sector, con lo que pudimos conocer de primera mano lo que pasaba al respecto. Y nos dimos cuenta de que la protección de los tiburones y las rayas en Colombia no era un simple asunto de prohibir su pesca o de educar a los pescadores, sino que debía ser un producto de cambiar las dinámicas y las formas de toda la industria pesquera”, comentó Cruz.

Los biólogos necesitaban que el pescador artesanal o pequeño, que es ese productor que utiliza técnicas tradicionales y de manera manual sin uso de tecnologías, dejara de estar en una posición de desventaja, ya que a la hora de comercializar llegaban a tener más perdidas y menos ganancias por la realización de un trabajo mucho más pesado y sin condiciones óptimas, que terminaba en actividades insostenibles e incluso ilegales.

“Los pescadores artesanales en Colombia rara vez fijan el precio de sus productos, sometiéndose a la voluntad de los comerciantes que aprovechan su situación para ofrecerle un menor valor del que los pescadores consideran justo. En muchas ocasiones los comerciantes financian el combustible u otros insumos al pescador para que se vea obligado a venderle los productos solo a él sin ningún derecho a negociar el precio”, agregó.

“Para mí, los pescadores en Colombia y seguramente en muchas partes de Latinoamérica, están atrapados entre el saber lo que deben hacer y lo que su crítica situación económica y el mercado los obliga a hacer”, explicó Cruz.

No solo la economía insuficiente para estos pescadores es motivo suficiente para realizar este tipo de pescas, también influye que el mismo mercado siga demandando y comprando animales en peligro de extinción, con pesca no controlada ni monitoreada realizada con actos invasivos que probablemente dañen los hábitats y el ecosistema en sí.

“Pero, como ves, no es solo un tema de pescadores. Sumado a esto, nuestro país tiene una cultura de pesca y de consumo muy pobre, a pesar de nuestra gran riqueza hídrica y con biodiversidad”, mencionó Cruz.

Según los datos proporcionados por el biólogo, en Colombia solo se consume 9,6 kg per cápita al año, y a nivel mundial se consume un total de 22,2 kg, la producción pesquera colombiana solo representa 300.163 toneladas anuales, lo cual es mínimo comparado a Perú que produce 6,5 millones de toneladas y Chile 12 millones de toneladas. Esto no solo demuestra la falta de producción pesquera y la exportación precaria, sino la deficiencia en consumo local a nivel nacional.

A raíz de este descubrimiento el grupo de biólogos decidió desarrollar y realizar actividades económicas diferentes, para los pescadores, que fueran rentables y sostenibles, pero no dio buenos resultados. “El principal aprendizaje que obtuvimos fue que no se debe tratar de cambiar el rol de los pescadores, que su vocación es la pesca. Lo que hacen es muy difícil y peligroso y lo saben hacer muy bien, había que darle valor a eso y promoverlo”, comentó Cruz.

En 2019 se creó oficialmente miPescao, en 2021 ganaron el reto 4.0 del Ministerio de las TIC y con su apoyo desarrollaron una versión que garantiza la trazabilidad de los productos y la responsabilidad ambiental de los productores, que actualmente sigue vigente.

“Ningún marketplace en Colombia hace lo que hacemos. Nosotros nos encargamos del acopio, la verificación, el etiquetado de los productos, el almacenamiento, el proceso, el transporte hasta el consumidor final y la trazabilidad. Además, el consumidor sabe quién, dónde y cuándo fue pescado un producto y pagan menos a medida que el producto lleve más días de ser pescado. El pescador acuerda con nosotros el precio, garantizándole siempre un precio mayor al ofrecido en el mercado y le damos parte de nuestra ganancia en la medida que vaya aumentando su grado de responsabilidad ambiental”, explicó Cruz.

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