Más sobre los colibríes, animales que son aliados cuando se habla de la biodiversidad
Los colibríes son aves vitales para el equilibrio de los ecosistemas, porque su labor como polinizadores contribuye a la reproducción de numerosas especies de plantas y, a la preservación de la biodiversidad del planeta. “Gracias a su constante búsqueda de néctar en flores, facilitan la reproducción de numerosas especies vegetales, muchas de ellas endémicas o de gran valor ecológico. Este proceso mantiene la biodiversidad, sostiene redes tróficas saludables y favorece la regeneración de bosques, páramos y jardines urbanos”, dice Martha Melizza Ordóñez Díaz, directora del Departamento de Ingeniería Ambiental de Uniagraria.
Su presencia es también un indicador sensible del equilibrio ecológico, ya que reaccionan rápidamente a los cambios ambientales y a la pérdida de hábitat. Conservar los colibríes es, en consecuencia, proteger a los ecosistemas que compartimos. Según Adriana Soto, secretaria de Ambiente de Bogotá, los picaflores, como son también conocidas estas aves, son fundamentales para el equilibrio ecológico, porque tienen una relación mutualista milenaria con más de 7.000 especies de plantas que dependen de ellos para su polinización; es decir, median en los procesos reproductivos de estas al transferir el polen de un individuo a otro.
“En muchos casos, desarrollan relaciones tan específicas con las plantas, que la continuidad de estas especies depende de ellos al ser sus principales o únicos polinizadores. Su metabolismo, extremadamente rápido, los obliga a visitar cientos de flores al día. Esto facilita la dispersión genética y la reproducción de especies vegetales clave en bosques tropicales y ecosistemas altoandinos”, precisa Soto. Asimismo, las especies de colibríes que son más generalistas pueden llegar a jugar un papel crucial en regulación de plagas al alimentarse de insectos.
Preservación...
Más que hablar de ‘regular’ la población de colibríes, es fundamental garantizar su conservación y promover entornos que favorezcan su presencia equilibrada y natural. “Desde el programa de Ingeniería Ambiental de Uniagraria invitamos a todas las personas a aportar desde su entorno, teniendo en cuenta las siguientes acciones: sembrar plantas nativas que produzcan néctar; evitar el uso de pesticidas en jardines y huertas; no abusar del uso de bebederos artificiales; conservar árboles y arbustos en patios y parques; y evitar capturas, manipulación o comercialización de colibríes”, expresa Ordóñez.
Es importante recalcar que, en condiciones naturales, las poblaciones de colibríes tienden a autorregularse a partir de la disponibilidad de alimento y características del ecosistema. Un dato importante es que más que regular en términos numéricos las poblaciones de chupaflores, es crucial monitorear y conservar el equilibrio ecológico de estas, especialmente, en hábitats fragmentados, donde la alteración del entorno puede favorecer artificialmente ciertas especies.
De acuerdo con información de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), las amenazas a los colibríes están aumentando, el 10% de las 366 especies se considera que están en peligro a nivel mundial y un 60% en declive. “Estudios muestran que su riesgo de extinción se relaciona con la dependencia del bosque, el tamaño de su rango geográfico, y factores como la pérdida de hábitat y el cambio climático”, señala Soto.
Colombia, líder en colibríes
La biodioversidad de Colombia hace que sus récords en este sentido sean en prácticamente en todas las especies, y en los colibríes no se queda atrás. La nación es el país con más especies de colibríes en el mundo por encima de Ecuador, Costa Rica y Perú, con aproximadamente 177 especies. Su forma de aleteo es diferente de las demás aves, porque ejercen una rotación de las alas, que les permite avanzar frente a las flores, tomar el néctar de las flores y luego retroceder.