Los niños caficultores del Cauca: guardianes del mejor café que tiene el país y el mundo
En medio de las montañas verdes que tiene el Cauca crece algo mucho más que café, pues se agiganta una tradición viva que hoy encuentra su esperanza de perdurar en aquellas manos pequeñas, pero decididas de niños y niñas caficultores.
Es importante destacar que este departamento es reconocido por ser el cuarto productor de café de Colombia y el primero en cafés especiales, que puso al mundo entero a mirar hacia sus fincas no solo por la calidad que tienen sus granos, sino también por la historia de tradición que los acompaña.
Con más de 93.000 hectáreas cultivadas por aproximadamente 94.000 familias, según registros de la Federación Nacional de Cafeteros Cauca, lo posiciona al departamento como líder en la producción de cafés especiales del país y por lo cual, durante dos años consecutivos, esta región recibió el reconocimiento internacional por tener el mejor café del planeta, un logro que de hecho no es casualidad.
Detrás de cada una de esas tazas de café, además de tradición, hay niñez. Debido a esto, en la actualidad lugares como la vereda de Bellavista, en el municipio de Totoró, están recibiendo visitantes de varias partes del mundo, como de Eslovenia, Egipto, Portugal e Italia, quienes no solo encuentran cafetales bien cuidados, sino que también una de las escuelas en las que los niños aprenden más sobre la tierra, su producto y su futuro. Allí, pequeños como Dylan, ya son baristas a corta edad y preparan cafés filtrados que están dejando boquiabiertos a los expertos extranjeros.
Además, desde la siembra de entre 1.000 y 3.000 árboles por finca hasta el secado, la fermentación, la tostión y la molienda, los niños están aprendiendo a hacerlo, y lo realizan con amor a sus tradiciones. Todo ello no se trata solo de trabajo infantil, ya que también enaltece la educación con raíces y demuestra cuán enamorados están los niños por su cultura caficultora.
De hecho, los cafés especiales del Cauca ya llegaron a 17 países alrededor del mundo y hace poco encontraron nuevos destinos en Ucrania y Mongolia, gracias a su distintivo y único sabor. De igual manera, las impresiones positivas de los comerciantes de Eslovenia, Egipto, Portugal e Italia dieron pie para que la delegación internacional decidiera cuanto antes empezar los procesos para importar a sus países el café de los niños del Cauca.
La fortaleza del café caucano no es solo su altitud, su clima o la diversidad que posee en sus suelos, pues gran parte se debe a su gente, sus pueblos indígenas, afros y campesinos que son quienes convirtieron este café en una herramienta de identidad y de progreso. En tiempos donde el campo colombiano enfrenta grandes desafíos, la historia del café del Cauca y de sus niños caficultores es una noticia que llena de orgullo al país.