¿Cómo las fases de la luna afectan el crecimiento de las plantas en la agricultura?
A lo largo de la historia, los agricultores fueron testigos de la influencia de la luna en el mundo vegetal. El Portal Frutícola emitió una serie de observaciones de acuerdo a investigaciones que se han hecho de este tema. "Más allá de la simple observación, cada fase lunar parece orquestar un ballet cósmico que afecta el crecimiento y desarrollo de las plantas, especialmente en la agricultura ecológica, donde la naturaleza es la principal aliada", expresó. Este conocimiento ancestral se ha mantenido vivo y sigue siendo relevante hoy en día, ofreciendo enseñanzas para la agricultura.
Un estudio de las fases lunares reveló que durante el cuarto creciente, cuando la luz lunar va en aumento, las plantas encuentran un momento propicio para un crecimiento equilibrado, favoreciendo tanto el follaje como las raíces. Es el momento óptimo para la germinación, con un suelo rico en agua que nutre las semillas ávidas de vida.
Sin embargo, cuando la luna llena ilumina el cielo, el énfasis se desplaza hacia el follaje, con un crecimiento exuberante pero un desarrollo radicular más pausado.
Las estacas y esquejes, esa promesa vegetal de futuras plantaciones, deberían esperar tiempos más propicios, pues la abundancia de agua en este período puede diluir las hormonas de enraizamiento, obstaculizando su crecimiento.
El cuarto menguante marca una transición, con una disminución en la intensidad lumínica. Es el momento de fortalecer las raíces, preparándolas para futuros desafíos. Con menos luz disponible, las plantas concentran sus esfuerzos en desarrollar un sistema radicular vigoroso, vital para su supervivencia y productividad.
Finalmente, la luna nueva emerge en el firmamento, marcando un ciclo de descanso y renovación. Es un período de adaptación y preparación para las plantas, un momento de calma antes del próximo impulso de crecimiento. Muchos agricultores prefieren aprovechar este momento de reposo para realizar tareas de mantenimiento, preparando el terreno para el florecimiento futuro.
Pero el impacto lunar va más allá de las fases tradicionales. La fuerza gravitatoria de nuestro satélite influye en la circulación de savia dentro de las plantas, afectando la fotosíntesis, la germinación de semillas y los movimientos ascendentes y descendentes desde las raíces.
Este conocimiento permite afinar aún más las prácticas agrícolas, aprovechando al máximo el ciclo lunar para obtener cosechas más abundantes y saludables.
En este paradigma lunar, cada actividad en el huerto encuentra su momento perfecto. Desde la siembra hasta la cosecha, pasando por el riego y la poda, cada tarea se sincroniza con los ritmos cósmicos para maximizar su efectividad. La luna se convierte así en una aliada silenciosa pero poderosa en la búsqueda de una agricultura más sostenible y armoniosa con la naturaleza.