La producción de cuyes aporta a Pasto $80.000 millones al año por sus ventas

Décadas atrás, los cuyes eran parte de la familia, los trataban como animales domésticos y habitaban en las cocinas de los hogares. Con el paso del tiempo, el desarrollo tecnológico y el apoyo de instituciones gubernamentales, el cuy pasó a ser parte del sustento de los hogares nariñenses, al sur de Colombia.

Ahora los cuyes viven en un ambiente más propicio para su desarrollo. Suelen estar en galpones cercanos a las fincas. Hembras, machos y gazapos, como llaman a las crías, son separados y clasificados de acuerdo a su peso. La gestación tarda entre 65 y 75 días y las camadas suelen ser de tres a cuatro gazapos, los cuales, con tan solo una hora de nacidos, ya empiezan a caminar y a consumir forraje verde. Las hembras, estando en pos parto ya entran en celo y lo recomendable es que se reproduzcan hasta cuatro veces, mientras que los machos suelen ser cruzados durante un año o año y medio.

El cuy consume todo tipo de hortalizas y hierbas naturales. Una vez los animales alcanzan los 1.200 gramos, son vendidos para su consumo. José Juan Guáquez, productor de cuyes y presidente de la Asociación Esperanzas del Mañana San Cayetano, afirma que el cuy “es un alimento muy nutritivo, catalogado como una carne afrodisíaca, baja en colesterol y que previene el cáncer”.

El cuy aporta para la economía de Pasto $80.000 millones al año y es el sustento de 17.000 familias productoras.

Felipe Bastidas, secretario de Agricultura de la Alcaldía de Pasto, considera que la producción de cuy debe mantenerse en los pequeños productores, pues “producir a gran escala sería un gran riesgo para las familias. Debemos mantener el nivel de la economía campesina, así garantizamos una distribución equitativa de los recursos”. Otro objetivo de las políticas públicas es incentivar el relevo generacional para que la producción de cuyes continúe siendo un sustento para los hogares y en la parte comercial abrir mercados.