La Nasa invierte en planta de tomate desarrollada por una colombiana
Una investigadora colombiana pudo haber encontrado una de las soluciones alimentarias para los astronautas cuando estén en el espacio. De hecho, la Nasa ya está detrás del proyecto y empezó a financiarlo.
Se trata de Martha Lucía Orozco Cárdenas, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) sede Palmira y actual directora del Centro de Investigación en Ingeniería Genética de la Universidad de California en Riverside, quien desde hace varios años estudia la manera de alterar los genes de las plantas para su mejoramiento genético.
Ella, junto con su equipo de trabajo, desarrollaron la planta de tomate más pequeña del mundo, que produce frutos en tan solo dos meses después de sembrada, tiene una excelente proporción fruto/follaje y mide en promedio cuatro centímetros de alto por ocho de ancho.
Por ser una planta de tomate tan pequeña, la Nasa mostró interés en la investigación, porque se puede cultivar en espacios reducidos como es el caso de la Estación Espacial Internacional. Por esto decidieron, a principio de año, financiar la investigación y ver si se puede aplicar la misma tecnología a otras especies como papa, remolacha, zanahoria, frambuesa, berenjena, entre otras especies similares.
“No solamente hemos mejorado la planta en la reducción de follaje y producción de frutos, sino que estamos tratando de mejorar la capacidad fotosintética mediante el incremento en la tasa de asimilación del CO2 y la producción de oxígeno, ya que en la Estación Espacial Internacional se generan altas cantidades de CO2”.
Orozco agregó que, en dos años, cuando terminen el estudio financiado por la Nasa, esperan tener los análisis a nivel genético, fenotípico, la calidad del fruto y conseguir una planta ideal, que se pueda cultivar no solamente en la estación espacial sino también en cualquier espacio reducido o usar para cultivos hidropónicos verticales.
“Este tomate pequeño tipo cherry, es ideal para cosechar mecánicamente aplicando la tecnología de la robótica por el bajo contenido de follaje. Esperamos que el contenido nutricional y el sabor sea igual o mejor que el del tomate original”, explicó.
Hay que tener en cuenta que para 2050, los seres humanos deberán enfrentar una paradoja que, de no superar, puede significar una amenaza para la especie y es que habrá 9.000 millones de habitantes, por lo que se deberá duplicar la producción mundial de alimentos.
Pero en ese entonces, las tierras fértiles y cultivables se reducirán considerablemente. Es por esto que para cultivar más, con menos espacio y recursos, se necesitan nuevos enfoques agrícolas, así como plantas con mejor rendimiento.
Para obtener la planta más pequeña del mundo, la doctora Orozco usó la técnica llamada edición de genes, la cual permite “editar” o “corregir” el genoma de cualquier célula, en este caso, explicó, “editamos un gen especifico involucrado en el crecimiento de la planta”.
“Antes se usaba la mutagénesis para el mejoramiento genético de las plantas, pero la diferencia entre estas dos tecnologías es que la mutagénesis es aleatoria y puede causar una mutación en cualquier parte del genoma de la planta; mientras que la edición de genes es precisa y permite editar solo los genes de interés”.